De caminos y ruido

A pesar de mi paulatina desconexión del ruido diario es imposible no estar al tanto de la penosa situación general, lo que hace fortalecer y seguir reivindicando el camino individual. Soy muy insistente en el planteamiento base y sé que es injusto generalizar, pero los acontecimientos son los que son. Los límites a los que está llegando la situación actual, centrándonos en España, no hace sino demostrar que los de arriba son lamentables pero que es la ciudadanía quien los ha puesto ahí. Cada día alucino más con las peripecias de unos partidos divididos por la ambición o unidos por la corrupción, a unos políticos que están entre la inacción de uno y el postureo del otro, entre el populismo básico y el lucimiento de trajes.

Pero hay que insistir en la clave: a todos ellos les importa un comino nosotros o el país o cualquier otro problema. En el fondo, más allá del ruido, está el lecho marino del acomodamiento de una clase donde todo parece dividido y enfrentado pero donde subyace el quid del sistema: todos contra todos para mantenernos a través de la estupidez y bisoñez ciudadana en la buena vida pública, con la aquiescencia, claro, de los medios, que viven lógicamente de la polémica y de las idas y venidas de esta “democracia” tan entretenida. Y mientras, los ciudadanos, nosotros, seguimos en el frentismo ideológico y el borreguismo, el autoengaño continuo de pensar en una dignidad que no tenemos, puesto que los que criticamos son el reflejo de lo que somos.

Desengáñate: detrás de toda la maraña de corrupción hay millones de personas que les han apoyado, han callado, han votado. Los unos seguirán siendo así y sus subalternos funcionarios, sus familias, sus amigos, también, tan culpables como ellos de la red tejida. Lo demás son eufemismos; y los otros serán igual en el futuro, acurrucados mientras en el calentito mando de la progresía y el falso interés por el pueblo. Pero ve más allá, tanto unos como otros se retroalimentan y viven de este sistema polarizado, les encanta ser “antagonistas”, sobre todo porque están alimentados por el verdadero antagonismo entre ciudadanos, consecuencia de la ignorancia, el sectarismo, la desinformación y los tan españoles defectos que tardaríamos en enumerar. Es un negocio como otro cualquiera y te necesitan a ti, eres un mero instrumento.

Por eso sigue tu camino, aléjate del ruido de unos y otros, porque son el reflejo de la sociedad que les apoya o critica, entre la aceptación tácita del que vota al corrupto, la vana ilusión del que vota el supuesto adalid del pueblo o peor aún, el “veletismo” de otros cuantos que fluctúan entre un cambio pero sólo poquito y no se atreven siquiera a militar en la comodidad de una ideología concreta. Así las cosas, el único perjudicado serás tú, aunque en el global como vemos, el país sigue girando sin necesidad de gobierno, demostrando la inutilidad de unas instituciones hechas para el negocio de lo representativo. Sin embargo, sí hay daños colaterales, porque sus absurdeces y atrincheramientos son válidos para ellos y seguir viviendo del cuento, pero nos hacen perder puestos de trabajo, dinero en la bolsa u oportunidades de negocio. Pero eso da igual ¿verdad?, lo importante es estar en una de las trincheras.

Hay que olvidarse del ruido, evitarlo, ser crítico, sopesar, analizar y tomar decisiones particulares en el bien propio, que a la postre será en el general. Lo contrario, aunque parezca solidario, es estúpido, es ineficiente. El resto que siga votando, siendo sectario, admitiendo o callando corrupción, ilusionándose con ideas que él mismo no llevará a cabo por practicidad, etc. Es el ciudadano de a pie, ese que se indigna si saber el qué o el por qué, que acepta algo sin conocer de dónde procede, que dice si pero no, no pero si… Es duro retratar la realidad, porque todos formamos parte de ella, pero ya que es difícil cambiarla, intenta cambiar tú mismo y evita alimentar el circo de los políticos, los medios y las discusiones familiares de Nochevieja.

El camino es sencillo y complejo a la vez, porque hay que salir de la zona de confort, pero la señal de aviso es paradójicamente la buena señal escondida en una supuesta mala: el ir contracorriente. Será la prueba de que vas por la buena senda. La serie de auditoría personal y minimalismo sería una buena forma de comenzar…

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