Ha pasado un mes desde el último post. Volveré a hablar de lo mismo. Durante estas semanas se ha mantenido e incluso intensificado el Movimiento 15-M. Algunos esperaban que se disolviera como azucarillo. Otros, entre los que me incluyo, pensábamos y anhelábamos que fuera a más y que no se limitaran a asambleas y sentadas, sino que se trasladaran a los centros físicos de poder y empezaran a presionar. Así ha sido, con las correspondientes reacciones.


Resulta curioso cómo actúa el ser humano. Tenemos tan interiorizados todos los comportamientos adquiridos y todos los mecanismos de limitación que si no fuera porque unos pocos nos atrevemos a mirarnos desde fuera se diría que es hasta lógico. Pero no lo es. Parafraseando a los indignados: lo llaman sentido común y no lo es.


Nada que decir (en este sentido, claro) de aquellos que desde el principio no apoyaban y/o vilipendiaban este movimiento. Serán lo que sean, más o menos conservadores, más o menos retrógrados, más o menos tradicionales, más o menos de la vieja escuela, pero al menos dicen lo que piensan abiertamente y no se separan una coma de sus convicciones, por otro lado interesadas, como las de casi todos. Se les ve venir, vaya.


Pero si hay algo que no aguanto es el doble rasero, la hipocresía, el sí pero, el hasta cierto punto y demás chorradas que sólo (ya es mucho) sirven para ver el plumero a los sujetos. Y es que todos somos muy progres, todos estamos muy a favor del cambio, de la justicia y bla, bla, bla mientras todo es políticamente correcto, moderado, mientras no afecte a tu entorno o no veas que la cosa se puede poner chunga. Entonces aflora la cobarde y cómoda vertiente del así no, del respeto por, del hay otros medios. Un clásico imperecedero. A ver, lumbreras: ilustrarnos con esa cuadratura del círculo de cambiar las cosas sin hacer nada salvo salir a la calle y dar unos gritos, o peor aún, cómo hacéis vosotros, de ser críticos y posicionarse en uno otro lado según vaya la feria. 


Pero no. Igual me estoy confundiendo. ¿No será que en realidad son los mismos perros con distinto collar? Al final ¿qué diferencia hay entre un tertuliano de Intereconomía y otro de La Sexta? Me temo que sólo matices limitadores, es decir, cada uno llega a donde puede o tiene que llegar en virtud de su estatus ideológico, profesional y económico. Punto. Al final TODOS se indignan con los indignados, les dicen que por ese camino no, les conminan a no profanar las instituciones, a no insultar a todos aquellos servidores de lo público elegidos democráticamente. Qué bueno. En definitiva, entre líneas, a que la metas pero sólo la puntita, no sea que después de todo vaya a cambiar algo de verdad, que vaya a haber alguna movida y no pueda seguir con mi vida guay de comprometido de barrio bien con piscina y jardín. 


Desde este humilde foro les pido a todos ellos que, por favor, nos iluminen con su sabiduría y moderación y nos indiquen cómo hacer para cambiar las cosas sin cambiar el marco, cómo echar a tanto sinvergüenza con respeto y escrupuloso seguimiento de la ley, cómo hacer un mundo más lógico y justo reverenciando sin matices esta supuesta democracia. No me lo digan porque les he calado. No me lo van a decir no porque no lo sepan sino porque en el fondo no lo quieren. Todos, incluido yo, tenemos algo o mucho que perder, todos en mayor o menor medida, incluso la mayoría de los indignados, tienen una línea de código programada, la que indica que hasta aquí. Sólo el futuro dirá qué limite tiene el sistema para que se rompa por uno u otro lado. De cualquier forma es un juego donde para que uno gane el otro tiene que perder. A no ser que cambiemos las reglas.


Llamadme revolucionario o mala persona; llamadme agitador. Pero ojalá me equivoque. Ojalá todo esto vaya a más. Bueno, de hecho es muy probable que siga yendo a más porque (y en parte es por lo que al final a todos se les ve el plumero y van juntitos de la mano: periodistas de derechas e izquierdas, políticos, artistas, grandes empresarios, etc.) se va confirmando la insostenibilidad de este sistema. Ahora bien, por muy insostenible que sea algo, si no hay una fuerza que lo derribe puede permanecer en pie indefinidamente. Será insostenible pero quien más y quien menos hemos sacado tajada, aunque fueran migajas, unas migajas para las que nos educaron considerándolas privilegiadas. Hasta ahora ha cuadrado.


¿Recuerdas aquella película llamada La invasión de los ultracuerpos? Pues eso...


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Así que poco más me ocuparé seguramente de este tema, ¿para qué? Lo único que nos queda es seguir pataleando y comentando por aquí progresos y logros científicos, tecnológicos y sociales que espero sigan siendo de vuestro interés. Espero que aprendamos de esos ultracuerpos y, ya que con luz y taquígrafos no va a poder ser ante tanta estupidez, ir inoculando en la sombra la semilla de lo bueno y justo.