Sabéis lo que me encanta el cine en sí, sobre todo como vehículo para expresar ideas y analizar la realidad. Nada como una buena ficción para ver lo que de verdad pasa en la vida real. Al hilo de lo que escribió un amigo como respuesta a uno de mis mails de intercambio de opiniones (en este caso acerca de esta noticia que ha impactado tanto y que merecería también tratarla aparte), me dispuse a revisionar de nuevo la magnífica La red social.


Aparentemente no tiene nada que ver un tema con otro, pero en este mundo interconectado pero disgregado y caótico a la vez encuentro que tiene todo el sentido citarles en este post. Con su permiso, claro, reproduzco su respuesta, al tiempo que suscribo casi sin matices lo que él expone: 

"Qué pena, de verdad, pero no sólo en Ikea. La gente va rebuscando lugares donde comer y beber cada vez más barato, aunque el artículo se refiere a personas en situaciones extremas (o sea, gente con hipoteca e hijos que creyó poder mantenerlos a base de trabajar... ¡por favor!..., ¡qué atrevimiento!). Éstas no son las únicas.
 
La otra cara (por otro lado consecuencia lógica de ver lo que les ocurre a los del párrafo anterior...) es la mentalidad que existe entre la gente joven y no tan joven enfocada hacia un "perroflautismo" suave, basado en trabajar más bien poco y gastar lo mínimo para poder utilizar los recursos en otras cosas más interesantes, como seguir manteniendo la pose, aparentando ser moderados (por decir algo suave...), seguros de sí mismos, dinámicos (vaya usted a saber lo que quiere decir esa palabra...), con una educación cosmopolita (¿?) y sobre todo muy europeos (algo con cierto parecido hicieron los hidalgos en España en su tiempo, aunque por motivos distintos...).
 
Esto es lo realmente grave en este país de cara al futuro tras muchos años de organización política insostenible, planes educativos deleznables, permisividad, telemierda, marketing salvaje, especulación, etc. Se ha conseguido que hasta gente con cierta educación piense que trabajar, aprender un oficio, buscar hacer las cosas bien, tener unos principios y partirte la cara por algo si hace falta, pensar en tener familia, sacrificarse, valorar las cosas y las personas por el fondo en vez de por la forma, carece totalmente de sentido.
 
Han destruido la ilusión por las cosas bien hechas día a día y paso a paso, por el progreso constante a base de inteligencia y esfuerzo, vendiendo la idea del mínimo esfuerzo y máximo beneficio. Hoy por hoy todo el mundo va de listo por la vida y así suele irle a la mayoría.
 
Es mejor ser todo carcasa y tener muchos seguidores en Twitter (no me extraña que triunfen las redes sociales, para estos menesteres son perfectas...). Mejor parecer que ser (requiere menos esfuerzo y viste más). Mejor ciclarse e intentar que te acepten en Gandía Shore aunque seas bajito y pases de los cuarenta, o apuntarse a cualquier "fregao" especulativo para vender cualquier cosa a quien sea de la manera que sea.
 
El problema, claro, es que todo esto suele ser mejor sólo para algunos y normalmente a corto plazo, no es ni de lejos un modelo productivo y social sostenible a medio o largo plazo.
 
He aquí lo que realmente está hundiendo este país, aunque sea duro que muchos nos veamos reflejados y lo aceptemos. A ver si la crisis consigue que haya algún cambio al respecto, de mentalidad, político o ambos."


Pues tras ver al "pobre" Zuckerberg refrescando una y otra vez su perfil de Facebook para ver si le había agregado como amigo su antigua novia... No voy a contar los entresijos de la trama ni valoraré si hay licencias en la narración de cómo fundó lo que ya forma parte de la vida de decenas de millones de personas (aunque supongo que si el propio Zuckerberg le disgustó la película, habrá mucha verdad en ella). Pero al margen de ello, el film expresa perfectamente lo suscrito arriba pero también toda al intrahistoria. Principio y final cierran un círculo que engloba el retrato-robot de la sociedad actual, la gestada en la última década, todo lo poco bueno y lo mucho malo: genios de la informática que crean start-ups convertidas en imperios, muchas de ellas como refleja La red social fruto de la frustración social y el deseo de pertenecer a algo que en el fondo no deseas pero sin lo que aparentemente no puedes vivir; traiciones "legales", intimidad, apariencia, autoría de ideas... Grandes dotes intelectuales y técnicas aparentemente desaprovechadas pero que no hacen sino crear el reflejo de sus propias vidas y anhelos, de sus traumas y sus frustraciones, que son las nuestras y que sólo nos diferencian en que lo han canalizado en algo millonario mientras nosotros hacemos uso de ello para navegar en las turbias aguas de los nuevos tiempos. 

Las redes sociales no son culpables de nada, sólo el reflejo de toda nuestra culpabilidad, aunque mucho o poco, todos o algunos, las usemos para otros fines positivos y/o prácticos. Al final de la película Zuckerberg había "unido" a más de un millón de personas, pero no tenía un sólo amigo "real". Es cierto que el orden natural de las cosas indica que estas redes se crean por necesidad e inercia, porque cada vez nuestras vidas giran más en torno a la Red, que hay cosas muy positivas, oportunidades, ventajas y posibilidades, pero no es menos cierto que nos han dado alas para sobrevolar todo el bosque pero no hemos vuelto a bajar a él y volver a pasear por sus senderos ni sentarse a la sombra de alguno de sus árboles. 

Quizá no se entienda la relación, quizá sean sólo elucubraciones, quizá sea todo fruto de la excesiva información que tenemos y queremos transmitir. Los que hayáis visto la película, no obstante, tras leer estas líneas mías y las de mi amigo, comprenderéis mejor y no se necesitarían mayores reflexiones... o sí.