La educación es uno de los temas más candentes, siempre presente en tertulias, sesiones parlamentarias, reuniones de jefes de estado y hasta en consejos escolares.


Como se ha dicho en muchas ocasiones, sin exagerar un ápice, la educación en España no puede ser peor. El único "consuelo" a esta afirmación tajante es que al parecer es premeditado, lo que lo hace aún más grave sin pecar de conspiranoicos.

Por supuesto no existe un sistema educativo perfecto, pero como no me gusta hablar de lo que no sé, expondré como ejemplo el japonés, del que hace años realicé una monografía, y podréis sacar jugosas conclusiones.


Ahí van unos datos:
  • La educación en Japón es de fuerte presencia confucionista. Tienen la obligación de esforzarse para demostrar sus méritos. Esto hace que el ambiente sea muy competitivo.
  • El sistema de enseñanza japonés se divide en un 6-3-3 (6 de primaria, 3 de secundaria y 3 de bachillerato). La escolarización es obligatoria hasta los 18 años. No existe formación profesional ni selectividad. En Japón es importante la preparación, ya que es un país sin apenas recursos naturales, y debe compensar esa carencia con una mano de obra muy cualificada.

  • La escuela elemental dura 6 años. Durante este periodo se imparten clases de japonés, aritmética, ciencias, estudios sociales, mímica, plástica, educación física y labores de hogar (sí, sí, no es broma), además de inglés. Cada clase acoge unos 30 alumnos máximo. Los alumnos comen juntos comida preparada en la propia escuela y limpian cada día las aulas, salas, lavabos y espacios exteriores adyacentes.

  • Asimismo, realizan actividades escolares al aire libre, excursiones a lugares de significado histórico o festivales de arte. Posteriormente, los alumnos de los últimos cursos de enseñanza elemental, media y superior disfrutan de viajes de tres y cuatro días a ciudades de importancia cultural. Llevan uniforme obligatorio y son frecuentes los grupos musicales o de arte, deporte de equipos o clubes científicos.

  • Deben asistir a la escuela hasta noveno grado. Aunque no es obligatoria después de la enseñanza media, más del 95% de los alumnos japoneses realizan cursos de enseñanza superior. El 45% que aprueban la enseñanza superior se matriculan en la universidad. Los alumnos deben superar unos exámenes para ingresar en las universidades y deben estudiar duramente. Es frecuente que los graduados superiores que no superan la primera convocatoria asistan a escuelas especiales para nuevos intentos.
Samurais en las aulas
  • En el país del sol naciente hay que detenerse en un concepto desconocido en occidente: el de ronin o "samurai sin dueño", que se empleaba en el Japón medieval para designar a aquellos guerreros que no servían a ningún señor feudal e iban vagando por libre. Actualmente se usa para designar a los estudiantes que no consiguen aprobar su ingreso en alguna universidad y durante algún tiempo estudian para aprobar.
  • Japón es el país cuyos estudiantes pasan más horas en clase. Un dato: casi todos los amigos que tiene un estudiante japonés están en su clase. Y una vez que se traslada a la empresa, casi todos los amigos que tendrá un trabajador serán compañeros laborales.

  • Para poder mejorar sus resultados, los estudiantes se inscriben en una especie de academias denominadas "juku". En las academias pasan unas 3 horas más diarias repitiendo lo enseñado en la escuela. Eso sí, en el sistema japonés no se valora tanto la inteligencia como la capacidad de memorización.
Y luego qué

  • Tras la enseñanza obligatoria, la universidad en la que entres es muy importante, decide tu futuro profesional. La universidad más prestigiosa es la Todai de Tokyo. Muchos estudiantes preparados para entrar en otra universidad prefieren suspender en intentar entrar en ésta o en alguna de las más prestigiosas del país. ¿Por qué? La universidad es sólo un trámite, un medio para acceder a la mejor empresa posible. Surge aquí por tanto la paradoja: una vez accedido a la universidad empieza la buena vida para el japonés. Las exigencias académicas caen en picado, ya que serán las empresas las que se encarguen de formar a sus nuevos empleados. Lo que importa es la capacidad del nuevo trabajador. Es decir, la obsesión por la formación y el expediente académico no es un fin en sí mismo, sólo un medio de vida y de crecimiento personal.
Pues esto es a grosso modo cómo se educa un japonés a lo largo de su niñez, adolescencia y juventud. Analizad por vosotros mismos y sacad vuestras propias conclusiones.
Tras varias semanas inactivo, retomo este humilde blog. ¿Motivo de tan prolongada ausencia? Dos meses de espera para recuperar la conexión a internet.


No obstante, no vamos a hacer leña del árbol caído. Es más, tan dilatado periodo de ostracismo (con alguna incursión en cibers y bibliotecas) te hace pensar en lo mucho que dependemos de la tecnología. Mi adhesión total a ella, pero mi repudio más firme ante el uso que se hace de ella. No se le saca partido como se debe. Al final es un instrumento más al servicio de debilidades, traumas e intereses, en vez de ser un fin en sí mismo hacia la mejora de la sociedad y por ende de la especie. Será motivo de debate, claro que sí.


Tengo internet en casa y basta.


Regocijémonos hermanos.