La educación es uno de los temas más candentes, siempre presente en tertulias, sesiones parlamentarias, reuniones de jefes de estado y hasta en consejos escolares.


Como se ha dicho en muchas ocasiones, sin exagerar un ápice, la educación en España no puede ser peor. El único "consuelo" a esta afirmación tajante es que al parecer es premeditado, lo que lo hace aún más grave sin pecar de conspiranoicos.

Por supuesto no existe un sistema educativo perfecto, pero como no me gusta hablar de lo que no sé, expondré como ejemplo el japonés, del que hace años realicé una monografía, y podréis sacar jugosas conclusiones.


Ahí van unos datos:
  • La educación en Japón es de fuerte presencia confucionista. Tienen la obligación de esforzarse para demostrar sus méritos. Esto hace que el ambiente sea muy competitivo.
  • El sistema de enseñanza japonés se divide en un 6-3-3 (6 de primaria, 3 de secundaria y 3 de bachillerato). La escolarización es obligatoria hasta los 18 años. No existe formación profesional ni selectividad. En Japón es importante la preparación, ya que es un país sin apenas recursos naturales, y debe compensar esa carencia con una mano de obra muy cualificada.

  • La escuela elemental dura 6 años. Durante este periodo se imparten clases de japonés, aritmética, ciencias, estudios sociales, mímica, plástica, educación física y labores de hogar (sí, sí, no es broma), además de inglés. Cada clase acoge unos 30 alumnos máximo. Los alumnos comen juntos comida preparada en la propia escuela y limpian cada día las aulas, salas, lavabos y espacios exteriores adyacentes.

  • Asimismo, realizan actividades escolares al aire libre, excursiones a lugares de significado histórico o festivales de arte. Posteriormente, los alumnos de los últimos cursos de enseñanza elemental, media y superior disfrutan de viajes de tres y cuatro días a ciudades de importancia cultural. Llevan uniforme obligatorio y son frecuentes los grupos musicales o de arte, deporte de equipos o clubes científicos.

  • Deben asistir a la escuela hasta noveno grado. Aunque no es obligatoria después de la enseñanza media, más del 95% de los alumnos japoneses realizan cursos de enseñanza superior. El 45% que aprueban la enseñanza superior se matriculan en la universidad. Los alumnos deben superar unos exámenes para ingresar en las universidades y deben estudiar duramente. Es frecuente que los graduados superiores que no superan la primera convocatoria asistan a escuelas especiales para nuevos intentos.
Samurais en las aulas
  • En el país del sol naciente hay que detenerse en un concepto desconocido en occidente: el de ronin o "samurai sin dueño", que se empleaba en el Japón medieval para designar a aquellos guerreros que no servían a ningún señor feudal e iban vagando por libre. Actualmente se usa para designar a los estudiantes que no consiguen aprobar su ingreso en alguna universidad y durante algún tiempo estudian para aprobar.
  • Japón es el país cuyos estudiantes pasan más horas en clase. Un dato: casi todos los amigos que tiene un estudiante japonés están en su clase. Y una vez que se traslada a la empresa, casi todos los amigos que tendrá un trabajador serán compañeros laborales.

  • Para poder mejorar sus resultados, los estudiantes se inscriben en una especie de academias denominadas "juku". En las academias pasan unas 3 horas más diarias repitiendo lo enseñado en la escuela. Eso sí, en el sistema japonés no se valora tanto la inteligencia como la capacidad de memorización.
Y luego qué

  • Tras la enseñanza obligatoria, la universidad en la que entres es muy importante, decide tu futuro profesional. La universidad más prestigiosa es la Todai de Tokyo. Muchos estudiantes preparados para entrar en otra universidad prefieren suspender en intentar entrar en ésta o en alguna de las más prestigiosas del país. ¿Por qué? La universidad es sólo un trámite, un medio para acceder a la mejor empresa posible. Surge aquí por tanto la paradoja: una vez accedido a la universidad empieza la buena vida para el japonés. Las exigencias académicas caen en picado, ya que serán las empresas las que se encarguen de formar a sus nuevos empleados. Lo que importa es la capacidad del nuevo trabajador. Es decir, la obsesión por la formación y el expediente académico no es un fin en sí mismo, sólo un medio de vida y de crecimiento personal.
Pues esto es a grosso modo cómo se educa un japonés a lo largo de su niñez, adolescencia y juventud. Analizad por vosotros mismos y sacad vuestras propias conclusiones.
Tras varias semanas inactivo, retomo este humilde blog. ¿Motivo de tan prolongada ausencia? Dos meses de espera para recuperar la conexión a internet.


No obstante, no vamos a hacer leña del árbol caído. Es más, tan dilatado periodo de ostracismo (con alguna incursión en cibers y bibliotecas) te hace pensar en lo mucho que dependemos de la tecnología. Mi adhesión total a ella, pero mi repudio más firme ante el uso que se hace de ella. No se le saca partido como se debe. Al final es un instrumento más al servicio de debilidades, traumas e intereses, en vez de ser un fin en sí mismo hacia la mejora de la sociedad y por ende de la especie. Será motivo de debate, claro que sí.


Tengo internet en casa y basta.


Regocijémonos hermanos.
Un día cualquiera, otro día más, ¿otro día menos?, más de lo mismo. Tienes la esperanza que con la crisis las cosas cambien pero ¿qué te encuentras? Una mujer que acude al tribunal en burka para reivindicar el derecho a tamaña tontería, cuando según las leyes de nuestro país se debe declarar a cara descubierta. Pero ¿a quién le importa las leyes estando la religión y la cultura de por medio?


Hablando de leyes: hecha la ley, hecha la trampa, y más en España. Millones de euros de los contribuyentes para ayudas a la compra de automóviles nuevos siempre que entregues una viejo de más de 10 años. Muy bien, pues si no lo tienes, el concesionario te da el truquito: te proporcionan uno, lo ponen a tu nombre y ayuda va, 2.000 euritos, 1.000 de ellos provenientes de nuestros impuestos. Pero claro, hay que fomentar la industria y el consumo en estos tiempos, y lo mejor es seguir dependiendo de sacar coches a tutiplén y de que gente que no llega a fin de mes se compren otro que en realidad no necesitan.

Seguimos de picaresca: ¿recordáis la ayuda que ha sacado el gobierno de 420 euros para parados de larga duración sin subsidio? Datos de Cádiz, la provincia con mayor porcentaje de paro, un 28%. Se habrán colapsado las oficinas... Sólo 170 solicitudes. Economía sumergida lo llaman.

La justicia no podía ser menos, tiene que mostrar sus vergüenzas casi a diario. En esta ocasión, amparándose en la libertad de expresión, contradicen una sentencia recurrida y finalmente permitirán la exhibición pública de fotos de etarras, no considerándolo apología del terrorismo. Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, enhorabuena. Así que nada, a desempolvar fotos de insignes criminales de guerra, genocidas o dictadores. Mira, de hecho he cambiado de opinión, ¡viva la libertad de religión, de expresión, las ayudas al consumo absurdo y a parados muy activos!, aunque favorezcan a los fanáticos, ignorantes, sinvergüenzas y listos, porque lo importante es el concepto ¿verdad? De hecho, estoy tan convencido, que para acabar el día me enteré que se están recogiendo firmas para proponer a Berlusconi al Nóbel de la Paz y apenas cambié la mueca (han hecho hasta una web, mirad). Es más, seguro que a muchos les ha escandalizado más esta noticia que las demás que he mencionado. ¿Qué es peor: la mujer del burka, el comercial tramposo del concesionario, los que apoyan a etarras, o que Berlusconi se pasee por la academia sueca?

El propio primer ministro italiano lo dijo muy clarito: "si me apoyan el 68% de los italianos es porque reflejo lo que a ellos les gustarían ser ". Está claro, cada uno tiene a veces lo que se merece o lo que no ha luchado por conseguir. Así que no os escandalicéis, porque mañana tendremos más de lo mismo, otro Día de la marmota, pero sin Bill Murray revelándose. No pidamos luego peras al olmo.
Hoy me he levantado más nihilista de lo habitual. El nihilismo es, entre otras cosas, una negación de la realidad, y me niego a aceptar unas cuantas: me niego a aceptar que los sistemas democráticos imperantes son la forma mejor de gestionar una sociedad, porque no es verdad; me niego a aceptar que la economía se rija por leyes partidistas y se encorsete en ideas capitalistas o comunistas, porque es sólo la forma de que unos cuantos se enriquezcan y tengan el poder; me niego a creer nada de lo que oigo o leo y la mitad de lo que veo, porque "sólo es noticia aquello que alguien quiere ocultar, lo demás es publicidad"; me niego a soportar continuamente lo políticamente correcto sin ir a la raíz del asunto o el problema, porque es el pendón (en ambas acepciones) de la inacción y el statu quo...


Podría seguir en una interminable lista, pero para que me entendáis mejor, y concretando más, en definitiva me niego a soportar a los políticos mediocres, los falsos aduladores, los periodistas sectarios o intocables, las hipocresías de empresa, los horarios inhumanos, la adicción al estrés, el autoengaño para evitar afrontar cómo eres o lo que quieres; el ruido, la estupidez, el peloteo, la mediocridad... En definitiva, la realidad, y como tal, la niego.


Afortunadamente, cada vez somos más los que nos negamos a seguir en la caverna.


Y vosotros ¿qué no estáis dispuestos a soportar?


(Para empaparos del tema, os recomiendo Los aforismos de Nietzsche, nihilista de pro).
Los acontecimientos de Pozuelo (el municipio, por cierto, más rico de España) han desencadenado (qué novedad) un debate en la opinión pública de grandes dimensiones. No es que no esté de acuerdo con ello, bien al contrario, los hechos han sido de una gravedad extrema. El problema radica en el desmesurado bombo mediático teniendo en cuenta, como en tantas otras cuestiones, qué estamos dispuestos a hacer para cambiarlo. Porque, mira tú por dónde, algo se puede hacer. Lo malo es que conllevan decisiones drásticas, y claro, es más fácil llenar minutos de tertulias y dejar lucirse a unos cuantos pedagogos, psicólogos y gurús de opinión.

Lo ocurrido en Pozuelo y sus consecuencias es un compedio perfecto de los males que aquejan a la sociedad española y parte del extranjero. Pero centrémonos en nuestro amado país. Primero, los hechos:
  • Una gran reyerta con la Policía Nacional provocada por un macrobotellón en unas fiestas patronales donde había un alto porcentaje de jóvenes que no eran de allí.
  • Un botellón que, como siempre, hasta que no ha ocurrido algo, no se ha prohibido expresamente.
  • Una permisividad que derivó en una afluencia masiva de gente, deseosa de descargar sus frustraciones, a pesar de que la mayoría pertenecían a clase media-alta, incluso a la aristocracia.
Y las consecuencias... Pues otro reflejo de cómo funciona esto:
  • Las joyitas que participaron en la movida no sólo no se han arrepentido, sino que lo consideraron una gran fiesta y un merecido "palo a los maderos". Esto habrá derivado en un ferviente apoyo a la Policía ¿no?
  • Pues no: en varias tertulias se insinuó, cuando no aseguró, que en ocasiones las Fuerzas de Seguridad se exceden en su cometido.
  • ¿Y los padres? Pues peor: la mayoría han defendido a capa y espada a sus "niños", es más, han recurrido la sentencia que se les ha impuesto. Menos mal ¿no? Al menos la justicia ha hecho lo que no hacen los padres.
  • Sí, sí, ejemplar: les han "castigado" con 3 meses sin salir de fiesta y toque de queda a las diez de la noche (¿bueno, eh?). Al menos ya es más de lo que les hubieran impuesto sus papaítos.
Como podéis observar, parece que el problema no está en el hecho en sí, que puede ser aislado, más que nada por vagancia seguramente. El problema está en TODO, causa primera de las motivaciones que llevan a un grupo de aparentes "chicos normales" a montar una batalla campal. Y todo es:
  • El vergonzoso sistema educativo que tenemos y la nula autoridad de los profesores.
  • El lamentable papel de los padres, que lo suelen ser por inercia, estupidez o despiste. Sus hijos son un reflejo de ellos, por lo que les acaban defendiendo, porque así se justifican ellos también.
  • La laxitud con la que tiene que actuar la Policía en todos los órdenes. ¿No tenían el monopolio del uso de la fuerza? Deben de haber cambiado la Constitución.
  • Y la justicia, con la venda no para ser ecuánime, sino para ignorar la realidad.
  • En definitiva, todo tal para cual, causa y consecuencia continua, retroalimentándose con la colaboración de los medios.
En fin, podíamos seguir, soltar frasecitas tipo "la juventud es el reflejo de la sociedad", o ponernos muy del Opus y decir aquello de "se ha perdido la disciplina y la moral". Lo malo es que seguiríamos discutiendo y aflorarían las estupideces de siempre, los clichés "fachas" o "progres", me da igual. Todo con tal de no ver la realidad tal cual es: que se impone un control que cambie la sociedad desde abajo, más allá de ideologías caducas, y un borrón y cuenta nueva desde arriba, para converger en algo que al menos se parezca a una civilización. Lo digo porque si no, lo del Tipo I va a ser que no.
...y el próximo día... no hablaremos del gobierno, sino de la educación, ya que estamos...
Hace unas semanas, con motivo del 40 aniversario de la llegada (o no) del hombre a la Luna, emitieron un interesante "documental bufo" donde se escenifica el supuesto montaje que orquestó la NASA bajo la batuta de Stanley Kubrick. Cualquier excusa es buena para dar un repaso a mi director favorito, más cuando en marzo se cumplió el décimo aniversario de su muerte. Y sin duda, una de las mejores formas de hacerlo es leer la biografía que hace unos años publicó John Baxter.


Portada de la biografía de John Baxter

“Mirad esos ojos. Miradlos fijamente. Los ojos son el rasgo principal del rostro de Stanley Kubrick. Negros como el carbón, brillan ante nosotros con una apasionada indiferencia hacia la evasión. Cuando pagamos para ver un film de Kubrick, estamos comprando sus ojos. Su capacidad para entender la imagen en movimiento, su sentido de cómo ha de encuadrarse en plano, la perspectiva impuesta por una lente”. Así comienza John Baxter su biografía sobre el cineasta neoyorquino. Son palabras que resumen a la perfección la figura y técnica de Kubrick.

Su vida fue un reflejo de su obra y viceversa. Hijo de emigranes austríacos y judíos, fue ya desde niño una persona extraña e introspectiva y esa imagen le acompañó hasta el final. Pero poca gente conoce detalles de una vida oculta siempre a los medios y que rompe con la idea general que se tiene de Stanley Kubrick: gran aficionado al ajedrez, fotógrafo con 17 años de la revista Look, casado tres veces, Kubrick no sólo fue el ermitaño, maniático y autocrítico que todos conocían, sino también un hombre cinéfilo, satisfecho, improvisador y autosuficiente.


Kubrick en su tiempos de fotógrafo en Look

Etapa americana


Centrémonos en su irrepetible y peculiar obra, llave para conocer no sólo a este cineasta, sino también al género humano y sus miserias. Tras una serie de cortos y documentales, donde hacía de todo -director, montador, cámara, fotógrafo, guionista-, en 1955 estrena su primera película, El beso del asesino, una incursión en el cine negro, de moda en aquella época. Pronto se fijan en él y ese mismo año le dan la oportunidad de rodar su primer film de cierto presupuesto, Atraco perfecto, un thriller matemático donde inventó una nueva forma de hacer cine: contar una historia desde diferentes puntos de vista a través de “flashbacks”. Fue la única película con guión original de Kubrick, ya que en el resto de su carrera optó por adaptar libros.



Fotograma de 'Atraco Perfecto'

Tras este film ya es conocido en Hollywood como un joven prodigio de la técnica. Entre sus admiradores está Kirk Douglas, con el que rodará en 1957 el film antibélico Senderos de gloria, prohibido en Francia y España hasta los años 80. Repetirá con Douglas en 1960 al recomendarle éste para que sustituyera a Anthony Mann en la dirección de Espartaco. Fue la única superproducción que realizó Kubrick y en la que no controló todo el proceso. Sin embargo, con 26 años logró una gran obra de tres horas de duración y con la que consiguió cuatro Oscars.


Fotogramas de 'Espartaco'


El ojo escrutador


Tras esta etapa que se puede considerar como “ortodoxa”, Kubrick empezó a elegir, gracias a su temprano prestigio, sus propios proyectos sin importarle el riesgo o la comercialidad. Así, en 1962 estrena Lolita, basada en una obra de Nabokov. La historia de un hombre obsesionado con la sensualidad de una niña llevó el escándalo por donde se estrenó.


Fotograma de 'Lolita'

Con Lolita, a Kubrick ya se le considera un genio rebelde en Hollywood, hecho que él mismo lo corrobora al trasladarse definitivamente a Londres, desde donde, encerrado en su fortificada mansión, rodó el resto de sus películas. Tras estrenar en 1963 la farsa política sobre la guerra nuclear ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú, empezó a dilatar los rodajes: cada estreno de Kubrick se convierte en un acontecimiento.


Pasan cuatro años hasta que estrena una nueva película, la mítica 2001: Una odisea del espacio. Considerada una de las obras maestras de la historia del cine, supuso la reinvención de la ciencia-ficción y hasta tal punto se revolucionó la técnica de los efectos especiales, que abrió el camino para realizar films como La guerra de las galaxias o Alien. Tal fue la perfección con la que quiso rodar Stanley Kubrick, que mandó construir una nave a tamaño natural con una centrifugadora giratoria.


Fotograma de '2001: una odisea en el espacio'

El extraño maestro

Las polémicas La Naranja Mecánica (1971), Barry Lyndon (1975), El Resplandor (1980) y La chaqueta metálica (1987), fueron las cuatro últimas joyas que nos regaló un Stanley Kubrick cada vez más enigmático y a la vez respetado. Sacó de ellas varios Oscars, pero nunca le dieron uno como mejor director.



Fotogramas 'El Resplandor'

Nos dejó como legado su última obra, Eyes Wide Shut, adelantada como tantas otras a su tiempo, con esa visión tan lúcida del género humano, de sus obsesiones, de sus callados deseos. En definitiva, cine veraz y de verdad, valiente, reflejo de un mundo que seguimos negando en parte.


Fotograma de 'Eyes Wide Shut'

Si queréis saber más, os recomiendo esta biografía y dar un "paseíto" por aquí:




Disfrutad de sus pelis y espero comentéis vuestra favorita y por qué.
En ocasiones la pasión nos impide ver la raíz de un problema y su solución. En otras nos lleva a actos que incluso favorecen aquello que pretendíamos erradicar. Es lo que ha ocurrido con todo lo que engloba a la contracultura, un galimatías de movimientos y tendencias que Joseph Heath y Andrew Potter diseccionan y critican en su libro Rebelarse vende.


En estos momentos más que nunca, con los retos a los que se enfrenta el mundo en las próximas décadas, conviene reflexionar como hacen ellos sobre conceptos y hechos que una gran mayoría han apoyado o justificado. En ocasiones, para no parecer pusilánimes o pasivos, en el mejor de los casos nos posicionamos claramente en un grupo o idea; en el peor, para distinguirse o sacar partido de una situación que no se hubiera dado si nos hubiéramos mantenido al margen. Esto es lo que critican ambos autores desde un punto de vista económico y social.


Un momento, diréis: un libro que ataca a los que quieren cambiar las cosas. No parece que sea éste el lugar apropiado, choca frontalmente con el pretendido espíritu de este humilde blog. Nada más lejos de la realidad. El cambio debe producirse, pero el oponerse per se a todo no parece dar sus frutos, bien el contrario, contribuye a que todo siga igual. Como exponen Heath y Potter, los movimientos progresistas y contraculturales de las últimas décadas han sido la otra cara de la misma moneda, incorporándose al propio sistema que se supone pretendían cambiar.


La distinción como eje principal del devenir humano es para estos profesores de universidad canadienses la clave del asunto. ¿Qué diferencia hay entre un yuppie o un hippie, por ejemplo? Su forma de expresarse, de vestir y pretendidamente de pensar, pero al final lo único que los distingue es el discurso. Uno defenderá el capitalismo salvaje; el otro la anarquía, el socialismo, o vaya usted a saber qué. Pero ambos ayudan a que la maquinaria siga; es más, nuestro supuestamente rebelde hippie, no está haciendo otra cosa que alimentando más el sistema basado en tal distinción, creando nuevos mercados. En definitiva, mareando más la perdiz y empleando recursos necesarios para cambios de verdad. Del otro ya ni hablamos...


Si leéis el libro estaréis de acuerdo con unas cosas y con otras no, o quizá os posicionaréis claramente a favor o en contra, no lo sé, pero ésta es la cuestión. Lo único claro es que tendemos siempre a rebelarnos con causa o sin ella, sin pararnos a analizar. Es bueno si nos lleva a una mejora del problema o a su solución. Desgraciadamente, al estar inmersos en una sociedad tan densa y compleja, tendemos a hacerlo con unos condicionantes incompatibles con nuestra supuesta intención. Seguiremos discutiendo, argumentando, clamando justicia aquí y cambios allá, pero mientras tanto la bola sigue, acumulando nieve.
El respeto está en todas partes, es la moneda común de nuestro tiempo, pero una moneda cada vez más abundante y por tanto más débil, sin tipo de interés creciente. No paran de especular con ella, dándole el valor que no tiene. Volvamos al trueque, cambiemos el respeto por hechos, porque el respeto hay que ganarlo y dar razones a cambio. ¿Hay alguien que pueda sostener que hay que respetar a todo y a todos? ¿Es respetable la opinión de un fanático o un ignorante? ¿Es respetable la visión del mundo de, por ejemplo, un creacionista? ¿Por qué respetamos la suya y no la de un niño? ¿Quizá porque tiene detrás a una masa que le apoya y, como se dice hoy, "hace lobby"?


El respeto a todo y a todos nos permite creernos más democráticos que nadie, porque sabemos que la democracia es el cómplice perfecto para la inacción y el statu quo, esa atmósfera etérea que acoge toda forma de vida basada en el autoengaño, más arraigado ya en el ser humano que el carbono.


Dejemos de respetar lo no fundamentado en hechos y conclusiones lógicas, sacudámonos los prejuicios y empecemos a cambiar la llamada "opinión pública", usada como consecuencia de las políticas absurdas que imperan, cuando en realidad es causa, causa buscada por esas mismas políticas.


Es hora de depreciar la moneda más falsa que está en circulación y acabar con sus especuladores. Eso sí, todo desde el respeto... claro.
Desde que tengo uso de razón uno de los recuerdos más abundantes e intensos eran las imágenes que emitían los informativos de niños malnutridos en África. Eran las típicas escenas, que supongo todos habéis vivido, de la familia alrededor de la mesa masticando la abundante y sabrosa comida mientras aparecía en pantalla la mirada perdida de un crío esquelético. Varió el guión a lo largo del tiempo: del "niño, no mires la televisión, siempre ponen esto a la hora de comer", al "fíjate bien y da gracias por dónde y cómo vivimos, ¿es que nadie hace nada ante esto?".


Pues en el año 2009 parece no haber pasado el tiempo, ¿por qué? Los menos informados dirán que porque no se envía suficiente ayuda; los más incluso argumentarán lo contrario razonando con múltiples cuestiones geopolíticas. Lo cierto es que a nada que te pongas a pensar en la cuestión te das cuenta de que casi nada cuadra.


En los últimos 50 años el continente negro ha recibido más de medio billón de dólares en ayuda. Sin embargo, si los medios de comunicación volvieran de nuevo la vista hacia este problema, en vez de llenar minutos de dudoso interés informativo, reviviríamos las mismas escenas de sobremesa.


¿Qué es lo que hace que un país salga de la espiral de la pobreza? Sin duda múltiples factores, pero la clave es cualitativa: no es cuánto sino cómo. Y si encima el cuánto se emplea para otras cosas, el círculo se cierra, ¿o no? Pues no del todo.


Hasta aquí lo que todos sabemos y que además nos hace tener la conciencia tranquila: dinero, conciertos benéficos, porcentajes del PIB, ONGs... El problema no somos nosotros, decimos, lo tienen ellos: lo malgastan en corruptelas y guerras. ¿Seguro que es "sólo" eso?


África, para los países desarrollados, es esa persona a la que le das los peces pero no le enseñas a pescar, ni siquiera le permites conseguir una caña, ¿por qué? Porque no interesa, se estropearía el cotarro. Las cuotas y subvenciones agrícolas de los países ricos ahogan por completo la capacidad competitiva africana. La ayuda, estadísticamente, está benficiando tres veces más al que la da que a quien la recibe.


Mientras las políticas y las mentalidades no cambien seguiremos inmersos en esta gran farsa, que alimenta más conciencias que estómagos, que subvenciona más guerras e intereses estratégicos que infraestructuras, tecnología o educación. Es hora de enseñar a pescar y repatir cañas, pero para eso habría que echar a los poderosos de uno y otro lado. Con una África libre de tiranos tanto locales como corporativos a la sombra de los países que fueron colonizadores, podría al fin liberarse del yugo. Entre tanto, la lluvia de dinero que recibe se evapora antes de tocar el suelo de los débiles.
Ya sé que está muy visto hablar de la "telebasura", pero si no lo digo reviento. ¿Que qué hacía viendo la tele? Pues que hoy Morfeo no me ha invitado a la siesta.


La gente sigue alimentándose de la telebasura y claro, a "ésta" no le queda otra que acceder a las demandas de una masa embrutecida. La eterna cuestión, el huevo o la gallina. La libertad de expresión es también la libertad para usar la demagogia y unas técnicas de persuasión que harían palidecer al mismísimo Goebbels. No pretenden educar a la audiencia ni crear un espíritu crítico, sino influir y dirigir a la masa a través de la creación de un mundo imaginario, un matrix catódico donde cada día se sumergen millones de personas ya de por sí aborregadas por el entorno. Lo subliminal como sublime, lo vulgar como espectáculo, lo antiético como estético. Si los ciudadanos tienen los políticos que se merecen, no digamos nada de la "tele".


¿Prevenir o curar? Es indudable que la propia tecnología que defendemos ha creado una tupida red de formas de comunicación, plataformas y formatos. Gracias a Guttemberg no podemos volver atrás, pero sí dar un paso adelante valiente.


Ahí dejo la cuestión y el debate: ¿Qué futuro le espera a la televisión? ¿Debería haber un control? Premio para el que no use "libertad de expresión" en su argumentación, eso es lo fácil.
Los tiempos están cambiando, es indudable. Cada vez parece más obvio que asistimos a un punto de inflexión en economía, comunicación, comercio, etc. Todo está mutando y yo con ello. Es por tanto un buen momento para poner mi grano de arena en la inmensa playa que es ya la comunidad bloguera.


El título del blog no quiere ser ni pretencioso ni enigmático. Hace alusión a la escala que ideó el astrofísico ruso Kardashov para medir la evolución tecnológica de una civilización. Actualmente aún estamos inmersos en la fase cero de esa escala, gateando torpemente como si dijéramos. Un tema recurrente ha sido el imaginar cómo vería nuestro planeta un hipotético viajero exterior. A buen seguro que su cara sería un poema, bastaría con ponerle un zapping televisivo. Pero, afortunadamente, para sorprendernos de lo que hay no hace falta buscar miradas ajenas. Somos muchos (bueno, no tantos al parecer) los que en el fondo la tan aireada crisis nos parece la oportunidad para rectificar en todos los sentidos y empezar a construir los mimbres para subir un peldaño en la escala Kardashov.


Este blog no pretende sólo centrarse en el aspecto tecnológico de la cuestión. Me gustaría que fuera un foro de opinión sin tapujos, sin paños calientes y siempre buscando dos puntos claves: la lógica y la ironía; que mis comentarios no se pasen por el filtro del autoengaño, la hipocresía, la demagogia o lo políticamente correcto; que la gente se moje y reflexione sobre lo que hay y lo que debería haber, sobre cómo se hacen las cosas y cómo se deberían hacer.


Para alcanzar el estatus al que alude el blog no basta con cambiar el sistema económico o de gobierno. No basta siquiera con conseguir una equitativa distribución de renta o una justicia social. Primero se deben cambiar las mentes, las mentalidades, deshacerse del corsé de la cultura mal entendida, de los convencionalismos sociales. Eso sí, entre tanta reflexión también hablaremos de libros, de cine, de medios y como decía Tip y Coll, hablaremos del gobierno, pero todo bajo el tamiz arriba expuesto.


Os espero por aquí y quizá dentro de unas cuantas entradas podremos decir, como cantaba Dylan, que los tiempos verdaderamente están cambiando.