La semana pasada se produjo el último viaje del transbordador espacial Atlantis, tras 30 años de servicio. Las diferentes versiones de la nave han realizado 134 misiones llevadas a cabo por 355 astronautas (ver más datos aquí). De todos es sabido la crisis por la que está pasando la NASA. La Guerra Fría acabó hace años, se fueron congelando presupuestos e interés público y todo ello sumado a las 14 muertes provocadas por accidentes han herido de muerte a este icono del siglo XX.
Recuerdo cómo de niño me imaginaba un futuro marcado por la astronaútica. Qué equivocado estaba. Demasiadas influencias de la ciencia ficción. El 2001 tecnificado, civilizado y avanzado que vislumbró Kubrick y Clarke nada tiene que ver con el mundo que nos está tocando vivir. El ser humano no ha mirado hacia afuera y se ha recluido en el beneficio inmediato y en las "bondades" de la vida terrenal. Pero estamos viendo cómo llegará un momento en que habrá que mirar en serio hacia arriba, con verdadero empeño. En unos cientos de años, quizá menos, deberemos "saltar". El planeta Tierra y sus recursos no son eternos y si no hay un control poblacional se acelerará esa necesidad.
Son innegables los logros que las misiones espaciales han proporcionado al ser humano: muchos de los avances de los que disfrutamos en nuestra vida diaria, muchos de los logros científicos, médicos y tecnológicos se han logrado gracias a los experimentos llevados a cabo en ellas. Pero si comparamos lo logrado con lo que se podía haber logrado el resultado resulta paupérrimo, al menos si lo hacemos con películas como la de Kubrick. Diréis que es sólo una película, pero no se trataba de un film de ciencia ficción al uso, sino que en lo concerniente a lo visionario está dotada de un realismo increíble para la época y creíble en cuanto a lo que debería ser hoy el nivel astronáutico.
El futuro de los viajes espaciales pasan antes por un marco radicalmente distinto en el planeta: en lo político, en lo social y en lo económico. Es lo de siempre. Si queremos realmente expandir una civilización más allá de tus fronteras (en este caso planetarias) debemos antes adquirir el nivel mínimo dentro de ellas. Serán necesarios unos mimbres: gobierno global o al menos cooperación total sin intereses nacionales y una situación socio-económica asentada. La carrera espacial ha ido a menos y actualmente está estancada porque se ha basado en lo único que parece hacer avanzar al ser humano: la competencia con otro (llámese USA-URSS, China-India...) y en el prestigio particular, aunque luego lógicamente se logren avances aplicables, sólo faltaría. No obstante esto ha llevado a una bancarrota agudizada por la crisis global pero que se hubiera producido igualmente en situación de bonanza. El concepto y la ejecución no han sido correctas, simplemente.
Mis sueños de niño parecen diluirse. Descarto ya el poder viajar al espacio antes de morir, la sensación de ingravidez junto a mis nietos (a no ser que un golpe de suerte me ponga en la lista de los millonarios que ansían flotar a golpe de talonario). Pero eso es lo de menos. Caprichos como otro cualquiera que, pensaba o pensábamos, iban a ser de lo más simples en unas décadas. Bastante tenemos con lo que tenemos como para mirar a las estrellas. Habrá tiempo de ello, sobre todo porque tarde o temprano habrá necesidad. Hasta entonces deberíamos procurar adecentar lo que tenemos en gravedad.
Recuerdo cómo de niño me imaginaba un futuro marcado por la astronaútica. Qué equivocado estaba. Demasiadas influencias de la ciencia ficción. El 2001 tecnificado, civilizado y avanzado que vislumbró Kubrick y Clarke nada tiene que ver con el mundo que nos está tocando vivir. El ser humano no ha mirado hacia afuera y se ha recluido en el beneficio inmediato y en las "bondades" de la vida terrenal. Pero estamos viendo cómo llegará un momento en que habrá que mirar en serio hacia arriba, con verdadero empeño. En unos cientos de años, quizá menos, deberemos "saltar". El planeta Tierra y sus recursos no son eternos y si no hay un control poblacional se acelerará esa necesidad.
Son innegables los logros que las misiones espaciales han proporcionado al ser humano: muchos de los avances de los que disfrutamos en nuestra vida diaria, muchos de los logros científicos, médicos y tecnológicos se han logrado gracias a los experimentos llevados a cabo en ellas. Pero si comparamos lo logrado con lo que se podía haber logrado el resultado resulta paupérrimo, al menos si lo hacemos con películas como la de Kubrick. Diréis que es sólo una película, pero no se trataba de un film de ciencia ficción al uso, sino que en lo concerniente a lo visionario está dotada de un realismo increíble para la época y creíble en cuanto a lo que debería ser hoy el nivel astronáutico.
El futuro de los viajes espaciales pasan antes por un marco radicalmente distinto en el planeta: en lo político, en lo social y en lo económico. Es lo de siempre. Si queremos realmente expandir una civilización más allá de tus fronteras (en este caso planetarias) debemos antes adquirir el nivel mínimo dentro de ellas. Serán necesarios unos mimbres: gobierno global o al menos cooperación total sin intereses nacionales y una situación socio-económica asentada. La carrera espacial ha ido a menos y actualmente está estancada porque se ha basado en lo único que parece hacer avanzar al ser humano: la competencia con otro (llámese USA-URSS, China-India...) y en el prestigio particular, aunque luego lógicamente se logren avances aplicables, sólo faltaría. No obstante esto ha llevado a una bancarrota agudizada por la crisis global pero que se hubiera producido igualmente en situación de bonanza. El concepto y la ejecución no han sido correctas, simplemente.
Mis sueños de niño parecen diluirse. Descarto ya el poder viajar al espacio antes de morir, la sensación de ingravidez junto a mis nietos (a no ser que un golpe de suerte me ponga en la lista de los millonarios que ansían flotar a golpe de talonario). Pero eso es lo de menos. Caprichos como otro cualquiera que, pensaba o pensábamos, iban a ser de lo más simples en unas décadas. Bastante tenemos con lo que tenemos como para mirar a las estrellas. Habrá tiempo de ello, sobre todo porque tarde o temprano habrá necesidad. Hasta entonces deberíamos procurar adecentar lo que tenemos en gravedad.