Destapando lo más profundo
Ayer estuve viendo otra de las favoritas para los Oscar: 'Spotlight', y he de decir que como periodista sales orgulloso de la sala. Recientemente también vi la chilena 'El Club', en este caso incomprensiblemente olvidada para el Oscar a la mejor película extranjera. Ambas abordan uno de los temas más asquerosos y desgraciadamente frecuentes en la religión: el abuso infantil.
No voy a hablar del aspecto cinematográfico de ambas, por otro lado notable, ni tampoco de la lección de cómo hacer periodismo de investigación que supuso el trabajo de Spotlight, sino del problema que tratan y sus ramificaciones. Ambas no tienen nada en común salvo en el tema. Si en 'Spotlight' se aborda en profundidad pero aséptico la investigación que llevaron a cabo en 2001 periodistas del Boston Globe sobre los abusos a menores en la iglesia de Massachusetts, en 'El Club' se sumerge de lleno en las motivaciones, sufrimiento interior y suciedad moral de los sacerdotes en un centro de rehabilitación y meditación en medio de la nada.
En ambos films el secretismo es el denominador común. Algo que se sabe no sólo dentro de la Iglesia sino en el resto de estamentos oficiales pero que hay que tapar y como mucho resolver de puertas adentro con soluciones tan insuficientes como insultantes para las víctimas, destrozadas de por vida y con el recuerdo de compañeros que ni siquiera soportaron el seguir vivos.
Servidor pasó todo su periplo educativo en un centro religioso. Nunca vi nada raro y en muchos aspectos fue positiva la formación, pero sin duda acaba siendo una fábrica de ateos. El sentimiento religioso es intrínseco del ser humano y si va aparejado a la piedad, la ayuda al prójimo, la empatía, es incluso necesario, pero desde el principio y por mor de precisamente la idiosincrasia del ser humano, se tornó en la herramienta perfecta para la manipulación de masas, el abuso, la justificación de guerras, odios, prejuicios, tabúes y traumas. Todo lo bueno que haya en el estamento religioso (misioneros, mecenazgo de arte, apoyo psicológico), se puede hacer desde lo laico. El religioso que está al pie del cañón en un barrio humilde o en una misión africana lo hace por su bondad per se como ser humano, aunque ellos crean que viene de algo superior y acaben abrazando la institucionalidad.
'Spotlight' y 'El Club', cada uno en su temática y estilo, nos explican desde puntos vista diferentes la misma lacra: la podredumbre moral e institucional que en la raíz se alimenta de lo peor del ser humano, destapando en toda su crudeza el hecho de que la religión, más que salvación, es el vehículo perfecto para la condenación propia y ajena. Los abnegados periodistas del Boston Globe demostraron las insultantes y laxas medidas de la curia para "retirar" a las ovejas descarriadas, una de ellas retratada de manera descarnada el 'El Club': auténticos depredadores que para más inri, usaron su alzacuellos como forma de bula absoluta contra lo más sagrado: la infancia y la dignidad.
Como en una de las escenas de 'Spotlight' se dice: "están en todas partes", en las mentes y los corazones de sus filigreses y sobre todo en las instituciones del estado y locales, para influir y callar, para crear 'comunidad', en el aspecto más endógeno. En eso si que no mienten y ejercen el poder de dios en la tierra.
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Fotograma de 'Spotlight' |
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Fotograma de 'El Club' |
No voy a hablar del aspecto cinematográfico de ambas, por otro lado notable, ni tampoco de la lección de cómo hacer periodismo de investigación que supuso el trabajo de Spotlight, sino del problema que tratan y sus ramificaciones. Ambas no tienen nada en común salvo en el tema. Si en 'Spotlight' se aborda en profundidad pero aséptico la investigación que llevaron a cabo en 2001 periodistas del Boston Globe sobre los abusos a menores en la iglesia de Massachusetts, en 'El Club' se sumerge de lleno en las motivaciones, sufrimiento interior y suciedad moral de los sacerdotes en un centro de rehabilitación y meditación en medio de la nada.
En ambos films el secretismo es el denominador común. Algo que se sabe no sólo dentro de la Iglesia sino en el resto de estamentos oficiales pero que hay que tapar y como mucho resolver de puertas adentro con soluciones tan insuficientes como insultantes para las víctimas, destrozadas de por vida y con el recuerdo de compañeros que ni siquiera soportaron el seguir vivos.
Servidor pasó todo su periplo educativo en un centro religioso. Nunca vi nada raro y en muchos aspectos fue positiva la formación, pero sin duda acaba siendo una fábrica de ateos. El sentimiento religioso es intrínseco del ser humano y si va aparejado a la piedad, la ayuda al prójimo, la empatía, es incluso necesario, pero desde el principio y por mor de precisamente la idiosincrasia del ser humano, se tornó en la herramienta perfecta para la manipulación de masas, el abuso, la justificación de guerras, odios, prejuicios, tabúes y traumas. Todo lo bueno que haya en el estamento religioso (misioneros, mecenazgo de arte, apoyo psicológico), se puede hacer desde lo laico. El religioso que está al pie del cañón en un barrio humilde o en una misión africana lo hace por su bondad per se como ser humano, aunque ellos crean que viene de algo superior y acaben abrazando la institucionalidad.
'Spotlight' y 'El Club', cada uno en su temática y estilo, nos explican desde puntos vista diferentes la misma lacra: la podredumbre moral e institucional que en la raíz se alimenta de lo peor del ser humano, destapando en toda su crudeza el hecho de que la religión, más que salvación, es el vehículo perfecto para la condenación propia y ajena. Los abnegados periodistas del Boston Globe demostraron las insultantes y laxas medidas de la curia para "retirar" a las ovejas descarriadas, una de ellas retratada de manera descarnada el 'El Club': auténticos depredadores que para más inri, usaron su alzacuellos como forma de bula absoluta contra lo más sagrado: la infancia y la dignidad.
Como en una de las escenas de 'Spotlight' se dice: "están en todas partes", en las mentes y los corazones de sus filigreses y sobre todo en las instituciones del estado y locales, para influir y callar, para crear 'comunidad', en el aspecto más endógeno. En eso si que no mienten y ejercen el poder de dios en la tierra.