De vuelta por Toscana V: Florencia
Son muchas las veces que he viajado a Florencia pero siempre parece en cierto sentido que es la primera vez, tal es la capacidad de admiración turística de esta ciudad. No me puedo apenas imaginar lo que sienten los florentinos de pertenecer a la probablemente el destino más famoso y visitado del mundo. Bueno, más bien me hago una ligera idea: a lo largo de mis múltiples visitas me he dado cuenta de que el florentino mantiene una relación de amor odio con el turista. Viven en parte de ellos pero también son el foco de parte de sus frustraciones, anhelos de tranquilidad e incluso celos por tanta "intromisión". Florencia es como una mujer bellísima que por un lado se jacta de serlo pero por otro le molesta que continuamente la observen, la admiren y la deseen. Su bendición es también su maldición, ésa para mí es Florencia. Y el visitante asiduo como yo se debate entre la admiración de su belleza y el estupor de su en ocasiones caótico discurrir.
Me limitaré en este mi primer diario a describir esta visita, por lo que omitiré lugares que obviamente ya he visto y que el lector echará en falta en buena lógica, pero Florencia ya no es para mí un destino vacacional sino una especie de segunda casa y por tanto busco los rincones y lugares más frecuentados por lo florentinos, o lo que es lo mismo, más alejados de la masa turística.
Día 1
Es jueves, pleno octubre pero en Florencia parece temporada alta; está llena de turistas y el tiempo acompaña (lo hará a lo largo de toda la semana de estancia). Llego desde Pisa. Me acompaña un jubilado que me pide consejo sobre qué visitar y dónde comer: había recorrido media Italia pero aún no conocía la Toscana. Nos despedimos con la intención de quedar un día para unos vinos pero al final no fué posible.
Descanso y a tomar un vino a una vinoteca llamada Pitti Gola, llamada así por encontrarse justo enfrente del Palazzo Pitti. Es uno de los mejores sitios para degustar cocina típica toscana y sobre todo disfrutar de los mejores vinos italianos y franceses mientras escuchas su experta opinión. Probé un moscato D´Asti (vino blanco dulce), tan bueno que no pude por más que traerme una botella.
El hambre aprieta aunque son apenas las siete de la tarde. Menos mal porque los horarios italianos distan mucho de los españoles (se come sobre las 12:30h-13:00h y se cena sobre las 20h a más tardar). Florencia es cara para casi todo, incluido para comer, pero afortunadamente hay muchas opciones aparte de las osterías, trattorias y restaurantes con precios bastante altos: por ejemplo los pubs con buffet libre. No tiene nada que ver con el buffet libre que conocemos aquí. Son locales de ambiente moderno y nocturno donde con tu copa o cocktail puedes picar las veces que quieras de una gran variedad de arroces, pasta, pizza, verduras o tapas. Sólo pagas la copa que oscila entre los 6 y los 10 euros. Una gran opción para cenar (a partir de las 19h) y al mismo tiempo empezar la salida nocturna con una copa y buena música en un ambiente íntimo. En Florencia hay varios, aunque no en las zonas turísticas como podéis imaginar. No obstante os recomiendo El Moyo, muy cerca del río Arno y no lejos del Ponte Vecchio.
Día 2
Es viernes. Recorro una zona menos conocida de Florencia aunque con un valor artístico igualmente alto. Se trata del barrio de San Lorenzo, donde se llega caminando un poco desde la parte lateral del Duomo, por el lado contrario a la cúpula de Bruneleschi. Es un barrio lleno de interesantes monumentos como la Piazza San Marco con su iglesia de la Piazza della Annunziata y uno de los numerosos refectorios del Quattrocento.
whiteTambién es zona universitaria por encontrarse numerosas universidades allí, aunque muchas ya se han trasladado a las afueras. Es un día ajetreado ya que hay huelga de estudiantes en protesta por los acuerdos de Bolonia.
whiteTambién es zona universitaria por encontrarse numerosas universidades allí, aunque muchas ya se han trasladado a las afueras. Es un día ajetreado ya que hay huelga de estudiantes en protesta por los acuerdos de Bolonia.
Pero por lo que es más famoso el barrio de San Lorenzo es por su mercado del mismo nombre. Lo han restaurado hace poco y es el punto de encuentro de florentinos haciendo la compra y algún turista buscando delicatessen de la zona. Adentrándose entres sus carnicerías, pescaderías, cafés, floristerías y tiendas de productos típicos pulsas el verdadero ambiente de la ciudad olvidándote de los factores turísticos.
La mañana tocaba a su fin y tras la visita al mercado el hambre apremiaba. Me dirijo al restaurante posiblemente más barato de Florencia (sin perder calidad, se entiende). Casi desconocido para los turistas, es punto de reunión para los florentinos que tienen su hora de comer antes de volver a la oficina. Por tanto se ofrece menú del día de lunes a viernes a precios irrisorios (2 euros por plato) y degustando cocina toscana casera, ¡qué más se puede pedir! Si lo queréis encontrar deberéis cruzar el río al lado menos turístico, al barrio de Oltrarno (zona Piazza Santo Spirito), enfilar la Vía Serragli y en una bocacalle pequeña y sin salida llamada Ardiglione encontraréis esta joya llamada I Raddi.
Tras un verdadero banquete compuesto de entrante, papas al pomodoro (parecidas a las de España), carne y postre por 8 euros la tarde se echa encima y aprovecho el tiempo primaveral para dar una vuelta por el epicentro turístico de Florencia y alejarme de la tranquilidad del 'oltrarno' menos conocido. Deciros al respecto que Florencia es grande en extensión a pesar de tener unos 350.000 habitantes pero el centro más histórico y monumental se recorre en pocos minutos. Sin solución de continuidad y empezando por el Palazzo Pitti nos iremos encontrando camino del Duomo o catedral con el Ponte Vecchio, Piazza della Signoria (donde está el ayuntamiento) Piazza la Reppublica y el mercado del Porcellino (donde según la leyenda hay que tocarle el hocico y tirar una moneda para volver, aunque yo no lo he hecho). Por el recorrido nos encontraremos con las tiendas más lujosas pero también con los negocios más frecuentados por los florentinos, como la famosa librería Edison de Piazza la Reppublica donde puedes comprar o leer in situ un libro tomando un capuccino y un tentempié.
Día 3
El sábado se vuelve a presentar luminoso y primaveral. Es una jornada perfecta para visitar los alrededores de Florencia, siempre rodeada de verdes colinas llenas de viñedos, villas y bosques. Quizá la colina más famosa y con más riqueza natural y artística sea Fiesole. En lo alto se encuentra el pueblo al que da nombre y aún unos peldaños más arriba alcanzaremos un mirador con unas espectaculares vistas de la campiña toscana y de la ciudad de Florencia.
Bajamos por el otro lado de la colina hacia el pueblo de nuevo y nos encontramos con el origen de no sólo esta población sino de parte de la Toscana: se trata de los restos de tumbas etruscas y del asentamiento romano, que conserva casi la totalidad del teatro y algo de las termas.
Y es que el antiguo y próspero pueblo etrusco, invadido por los romanos cuando todavía no controlaban toda la península itálica y mucho menos el resto del mediterráneo, ocupaba todo lo que es hoy la Toscana y parte del Lazio y Emilia-Romagna. Los florentinos tienen gran apego por su identidad en parte porque se sienten más deudores de los etruscos que de los romanos; antes que italianos son florentinos y luego toscanos.
El sol se pone y bajamos de nuevo hacia Florencia por la empinada y curvada carretera que da directamente a las afueras de la ciudad. Porque Florencia y las colinas, aunque separadas, son en realidad una sola entidad.
Día 4
El día amanece algo nuboso pero no anuncia lluvia, por lo que decido como tenía planeado pasar el día en Siena, sin duda la otra joya de la Toscana. Siena se la podría definir como la Salamanca toscana: con apenas 65.000 habitantes, es después de Florencia la población con más riqueza artística de la región y cuna de una de las universidades más antiguas y prestigiosas de Italia.
Cojo un autobús, puesto que está cerca (dista de Florencia unos 80 kilómetros) y afortunadamente encuentro asiento, ya que allí el transporte suele ser caótico y muchos de los pasajeros con billete (que no son nunca numerados) se quedan fuera y deben esperar el siguiente autocar. Para ir pronto no he podido escoger uno de los pocos que va directo, sino la línea que hace diversas paradas en pueblos de la zona, por lo que un viaje rápido y cómodo en teoría se convierte en más de dos horas de curvas, paradas y trajinar de viajeros. No obstante, como en todo viaje, hay que encontrar el lado positivo de las cosas y dejarse llevar; nos sirve para admirar numerosos rincones de la más típica campiña toscana.
Pasando por uno de los primeros pueblos de recorrido, San Casciano, no puedo por menos de recordar un reciente libro que he leído de uno de los episodios más terribles de la historia criminal y que Florencia tiene algo enterrada: se trata del denominado 'monstruo de Florencia', que sembró el pánico en los años 70 y 80 matando a numerosas parejas por los alrededores de la ciudad, siendo San Casciano uno de los lugares protagonistas. Os recomiendo el libro, verdaderamente escalofriante, entre otras cosas porque aún no se ha descubierto al verdadero o verdaderos culpables.
Pero sigamos a lo nuestro: llegamos a Siena y el autocar nos deja directamente en el corazón monumental de la ciudad, si bien se puede recorrer toda ella en pocos minutos.
Lo primero que adviertes es la impresionante planta de la iglesia de San Domenico de Siena, que controla toda la ciudad desde la colina donde está construida. Enfilamos el camino por las empedradas y peatonales calles del centro histórico hacia el emblema de la ciudad, la Piazza del Campo, una de las plazas más famosas del mundo y única por dos cosas: su planta de caracol y ser sede de uno de los espectáculos más antiguos y espectaculares del mundo, el Palio, carrera de caballos donde se enfrentan los diferentes barrios de la ciudad o 'contradei'. Es actualmente punto neurálgico y de reunión para estudiantes y turistas.
En la misma plaza se encuentra el Palazzo Pubblico, del siglo XIII, desde cuya torre se divisan unas magníficas vistas de toda Siena y del bello paisaje que lo circunda. Eso sí, son diez euros por subir un sin fin de escalones y permanecer sólo quince minutos en lo alto.
Día 5 y 6
He decidido juntar ambos días ya que no realizo visita turística o excursión alguna. Como comentaba al principio del diario es ya una segunda ciudad para mí y tenía otros compromisos. Sí tuve tiempo de pasear más por las calles de Florencia, algo que me gusta hacer no sólo allí sino en toda ciudad que visito. Intento encontrar siempre un hueco y pasear sin rumbo, como si fuera un paisano, pulsando la verdadera vida diaria del lugar, aunque en Florencia es difícil porque por cada florentino que ves (le distingues por su porte y su elegante forma de vestir frente a las zapatillas de deporte, cámara en mano o bermudas del turista), hay diez visitantes.
Aunque Florencia hay muchas cosas mejorables desde el punto de vista estético y de cuidado de las calles, ha mejorado mucho en los últimos tiempos: se han peatonalizado varias calles, entre otras la que pasaba al lado del Duomo y que frecuentaban las líneas de autobuses urbanos, con la consiguiente capa negra que provocaba en el mármol de la catedral. Se ha restaurando y el mármol vuelve a brillar a la luz del sol o de los focos nocturnos.
Se ha inaugurado también recientemente una línea de tranvía que parte de la entrada principal de la estación de Santa Maria Novella y recorre parte de la ciudad hasta el pueblo cercano de Scandicci, además de nuevos autobuses ecológicos. No obstante, para recorrer el centro bastan tus pies y para visitar otros pueblos de la zona mejor alquilar un coche.
Llega el último día de estancia y el broche de oro no podrá ser mejor, siendo incluso el principal del viaje: la gira europea de Vasco Rossi que concluirá con cuatro conciertos en Florencia. Ya sé que a ninguno os dirá nada este nombre pero es el auténtico mito viviente de la música italiana y mi artista favorito.
Tras dos horas y media de impresionante concierto enfilo andando y agotado el camino a casa (el transporte público de noche no te da opción). Ha sido una semana intensa y con la sensación de que, a pesar de mis numerosas visitas a Florencia, siempre parece que voy por primera vez. Desde luego si vais por primera vez os aseguro que repetiréis en otra ocasión, o al menos deberíais, porque ni en varias vidas se descubre todo lo que ofrece esta ciudad.