De vuelta por Toscana IV

Campiglia Marittima



El cuartel general de las vacaciones se trasladó a una casa rural cerca de Campiglia Marittima (Antico Borgo Casalappi, calidad precio excelente y de máxima tranquilidad), que a pesar de su nombre y como ocurre con Massa no es una población costera, sino que está a unos kilómetros de la costa. Desde ahí estamos de nuevo en un sitio privilegiado para en este caso hacer rutas más centradas en la costa y norte de Toscana.

Estamos en la provincia de Livorno. El primer objetivo es San Vincenzo, la población costera y playera más cercana a Campiglia. Se trata de un coqueto y tranquilo pueblo pescador reconvertido en destino turístico menos masivo que lugares como la cercana Follonica. Ideal para comer a orillas del mar y dar un paseo por sus pintorescas calles, además de tener una aceptable vida nocturna.




Desde San Vincenzo bajamos hacia el sur dirección Piombino, la capital de la zona y otro destino costero-turístico, pero en vez de coger la autopista dirección Grosseto, iremos por la carretera secundaria bordeando la costa y disfrutando de unas vistas de monte y mar increíbles para acceder al principal objetivo de la jornada: Populonia y su castillo dominando unas vistas del Golfo di Baratti, el mar con alucinantes tonos azules y verdosos, el parque natural que lo rodea y al fondo la Isola d´Elba. Una experiencia inolvidable las vistas, que nada tienen que envidiar a cualquier destino caribeño y comer o cenar de lujo en alguna trattoria u osteria de Populonia.






Cinque Terre

La última ruta del viaje recorre todo el norte costero de Toscana pero Cinque Terre no pertenece ya la región, sino a Liguria y cercano ya a Génova. Pertenece a la provincia de La Spezia y es uno de los destinos más famosos de Italia. Los cinco pueblos son: Monterosso, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore.

El viaje desde Castiglione era largo por lo que esperamos a pernoctar en Pisa para ir, ya que está en esa dirección. Tanto desde Pisa como desde otro destino habitual de la zona como Florencia o Lucca, hay autovía dirección La Spezia-Génova (A-12) [/b]o bien la opción de carretera nacional, que discurre por el mismo camino pero que va cruzando todos los pueblos. Por la experiencia, es recomendable aunque sea de peaje coger la autovía, ya que por carretera normal no se puede pasar casi nunca durante todo el trayecto de 50, al estar cruzando continuamente núcleos urbanos, rotondas y zonas industriales, esto último debido a que pasaremos por las impresionantes montañas de Massa Carrara, donde se extrae el famoso mármol. En definitiva, que si por autovía tardas hora u hora y media, por la carretera se convierte en un pesado viaje de entre dos y tres horas.




Llegaremos a La Spezia y este pueblo casi costero marca el comienzo de la ruta Cinque Terre. Como su propio nombre indica son cinco pueblos entre montañas dedicados a la pesca y la agricultura (sus cultivos escalonados en terrazas sobre las laderas de las montañas, presentes desde hace mil años, se ven a lo largo de la ruta) y dominados por cinco santuarios góticos. Lo sinuoso del terreno y las posibilidades que tienen los cinco pueblos hace que se necesiten como mínimo un día entero o dos para recorrerlos, junto con rutas entre uno y otro más los santuarios, siendo recomendable las senderistas, en ferry o en el tren especial que te va parando en cada pueblo y cuyo billete es válido para toda la ruta. En coche preparaos para disfrutar y alucinar o cansarse a la vez de grandes pendientes, carretera al borde del aviso y estrechísima, curvas sin fin y unas vistas espectaculares que por momentos parecen sacadas más bien de parajes orientales tipo Vietnam.

En este caso no había ya tiempo, por lo que visitamos sólo dos de los cinco: Monterosso y Vernazza. El primero, el más occidental, ofrece las vistas desde promontoria Punta Mesco y la belleza del puerto, su pequeña playa, Villa Eugenio Montale y el Santuario Madonna, uno de los cinco citados. Ni que decir tiene que aquí también es obligado dejar el coche fuera de las poblaciones, ya que no hay salvo para los lugareños acceso al centro del pueblo y por el poco espacio quizá haya que caminar un poco desde el aparcamiento.

Al no poder seguir hacia delante por estar las paredes montañosas y el mar en medio, daremos media vuelta para coger el desvío, siempre entre montañas, hacia el siguiente en orden: Vernazza, con vistas similares y la coqueta iglesia de Santa Marguerita. Aprovechad, aquí o en cualquiera de las poblaciones, para degustar el famoso vino dulce de la zona: Sciacchedrá.

No había tiempo para más, las vacaciones tocaban a su fin pero si tenéis tiempo para hacer todo la ruta, sólo habría que ir bordeando montañas y seguir las indicaciones con los desvíos a las otras tres poblaciones que componen Cinque Terre.

Sólo quedaba, aunque ya bien conocida, un paseo por Pisa y la visita obligada al complejo compuesto por la torre, el baptisterio y la catedral, casi ya a las afueras de la ciudad.

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