Viaje a Nápoles: breve guía de una ciudad inabarcable

Hasta ahora no había bajado de Roma. Años explorando el norte y centro de Italia, especialmente Piamonte y Toscana de punta a punta. Ya tocaba bajar al sur, a esa Italia tan diferente de aquella central o la que colinda ya geográficamente y en muchas cosas más con Europa Central. El sur es, como ocurre en España, puro Mediterráneo, con todo lo que conlleva. Testigos de civilizaciones y conquistas, con una riqueza paisajística, cultural, gastronómica y artística inigualable. Gente hospitalaria, socarrona, supersticiosa, leal, irónica, con una mezcla de optimismo y fatalismo. Pues eso, puro sur. 

Mi periplo ha sido breve, conciso, pero intenso. Esta es una guía que como siempre hago ajustada a mi visita, sin añadir nada y por tanto incompleta. Cada uno tendrá que adaptarla al tiempo disponible e investigar todo lo que ofrece. En mi caso eran sólo dos días y sólo en Nápoles pero añadiré sugerencias para aquellos afortunados que tengan más días o que vayan a volver. Llevaba una guía de lujo, nacida allí, así que con la información adecuada y planificando bien puedes ver lo imprescindible al menos. No obstante, para ver todo lo importante de la ciudad y alrededores se necesita mínimo una semana.

Vamos allá: si vais en avión hay vuelos directos desde Madrid con Meridiana. Si lo hacéis como yo desde otra zona de Italia, podéis con el tren de alta velocidad llegar desde Roma en una hora o desde Florencia en dos horas. La estación está cercana al centro histórico (Centro Antico), por lo que si reservas un alojamiento cerca como hice yo tendrás muchas de las actividades y visitas a pocos minutos andando o en metro. Yo estuve en el B&B Grande Archivio (Via Grande Archivio, 22), con una calidad-precio excelente: sólo dos habitaciones, tranquilidad total, en pleno centro histórico, todo nuevo y con un servicio inmejorable. 


Centro Antico

B&B Grande Archivio

B&B Grande Archivio

Día 1: centro histórico y Nápoles subterráneo

Comenzamos el recorrido en Via San Biagio dei Librai, llamado así por sus tiendas de libros. Llegamos a Piazza San Domenico Maggiore, ya en plena zona universitaria además, repleta de bares y pubs y con una vida nocturna intensa. Continuamos todo recto por Via B. Croce y llegamos a Piazza del Gesù y la Iglesia de Santa Chiara con su complejo monumental. Vale la pena no sólo visitar la iglesia, con un interior propio de catedral, sino pagar la entrada y visitar el complejo monumental, con su claustro de pilares de azulejos, los soportales de pinturas al fresco y su museo. 






Complejo monumental Santa Chiara (4)

Saliendo de Piazza del Gesù derivamos en la Via Toledo, nombre que refleja los dos siglos de ocupación española en Nápoles. Tanto es así, que marca el inicio del barrio español (Quartiere Spagnoli), al pie de una de las tres colinas que de Nápoles. Pasamos también la sede del Banco di Napoli y llegamos a Galleria Umberto I, que recuerda mucho la famosa de Milán. La galería nos conduce directamente a Piazza Municipio, ya frente a la Stazione Marittima, y siguiendo por Via Depetris o la paralela Via C. Colombo llegaríamos a Via Duomo, que como su nombre indica nos llevaría a la catedral, habiendo acabado el recorrido rodeando el Centro Antico. En todo el periplo no dejamos de admirar casas típicas y tiendas artesanales, de souvenirs, de productos típicos de la tierra, con la icónica imagen de la ropa tendida, con un flujo continuo de gente, de motos, de conversaciones, risas y reclamos de venta.


Barrio de los españoles
Galería Umberto I

Sin embargo he especificado lo más destacable, pero en este circuito por el casco histórico las iglesias, curiosidades, plazas, pequeños rincones, tiendas y en definitiva el puro ambiente napolitano abruma: Museo Capella Sansevero, el Civico Filangeri, Capella del Monti di Pietà, Chiesa di San Pietro a Majella… Es un barrio muy concentrado. Explorad sin rumbo fijo. 

Es hora de la parada para comer y qué mejor manera de empezar el recorrido gastronómico con una pizza. Nápoles es la cuna de la verdadera pizza y 'Di Matteo' es uno de los referentes. Una pizzería sencilla y verdadera donde puedes degustar su carta mientras cantantes ambulantes la amenizan con una canción típica napolitana. Una delicia. 
¿Qué comer en Nápoles? Pues sufrirás por las dudas porque es una de las cocinas más típicas y variadas del mundo: mozzarella in carroza, impepata di cozze (mejillones a la cazuela con pimienta), espaguetis “ai frutti di mare”, il ragú napoletano o los dulces como “babà”, la “sfogliatella” o los “strufolli”; y tambièn los vinos (muy famosos como las uvas que crecen en el suelo volcánico, no sólo el Vesubio sino tambiñen i Campi Flegrei). Ah, y precios muy asequibles (platos entre 6-10 euros, dulces y pizzas pequeñas para comer en la calle a un euro). Una experiencia única comer o cenar en uno de los restaurantes de Lungomare, contemplando el golfo y el Vesubio, mientras conoces más de la ciudad a través de los camareros siempre conversadores. 

Ya repuestos y con el estómago lleno es hora de seguir caminando, pero no por la superficie. Nápoles esconde bajo sus pies otra ciudad tan fascinante como la de arriba, llena de ruinas romanas, refugios antiaéreos y pasadizos laberínticos. Es el Napoli Sotterranea (Piazza San Gaetano, 68):



Nápoles subterráneo (2)

Yo recorrí uno de ellos y la experiencia fue única: galerías, pasadizos (algunos sólo se podían atravesar de lado y con linterna), acuíferos… en un sistema laberíntico bajo la ciudad único. El circuito (con guía en varios idiomas) incluye la visita a una de las casas de la época tal cual estaba y donde debajo de una cama se ocultaba una trampilla para acceder a unos bajos que se usaban como escondite, para contrabando, refugio e incluso garaje y que los dueños nunca supieron que lo que lo rodeaba era en realidad un teatro romano. Así es Napoli, con gente haciendo su vida diaria a unos metros por encima de un foro romano sepultado por el tiempo pero no por el olvido. Tan surrealista como fascinante.

Sorprendidos por tan original visita, que puede pasar desapercibida en un tour al uso de la ciudad, es hora de la cena. Un buen sitio, moderno y clásico a la vez es Salumeria Upnea (Via San Giovanni Maggiore Pignatelli), con una sucursal también en Barcelona. Cocina moderna pero que bebe de la gastronomía tradicional napolitana e italiana, admiradores por cierto de David Muñoz y su Diverxo. 

Día 2: colina y mar

Si el primer día nos mantuvimos sobre o por debajo de la superficie, en el segundo tocaba subir a una de las colinas y luego bajar acariciando el mar. Nos dirigimos a Piazza Montesanto y tomamos uno de los tres funiculares de la ciudad: 


Uno de los tres funiculares de Nápoles

En este caso subiremos a la colina del Vomero. El barrio es totalmente diferente a Nápoles “de abajo”. Es otro mundo, más propio de otras ciudades de Italia. Es zona de más poder adquisitivo; no hay tráfico intenso, ni tiendas atestadas de productos, ni edificios semi abandonados. Es un barrio residencial y tranquilo, un ambiente más turístico que nos conduce directamente al objetivo: el Castel Sant´Elmo que alberga el Museo Certosa di San Martino:


Castel Sant´Elmo y Museo di Certosa di San Martino

Es un impresionante complejo amurallado que servía como bastión defensivo. Su ubicación es inmejorable y eso se nota en las vistas que se divisan desde lo alto. Puedes ver todo Nápoles y alrededores, el golfo, el volcán Vesubio, Sorrento, Posillipo, Soccavo y las islas de Capri e Isquia. Poder adquisitivo por niveles de altura literalmente. Pero no sólo es castillo y fortaleza, sino que en su interior guarda un museo de pintura y escultura del siglo XIX y XX. 


Nápoles y el Vesubio desde lo alto de la fortaleza

Bajamos con el funicular para abordar el Lungomare, el paseo marítimo ya libre de tráfico y bordeado a un lado por el mar lógicamente y al otro por un parque clásico y el oceanográfico. Nos dirigimos hacia la silueta de otro castillo, casi en medio del mar: Castel Dell´Ovo, llamado así por la leyenda de que se sustenta sobre un huevo gigante:

Lungomare y al fondo el Castel Dell´Ovo

Continuamos bordeando el mar y llegamos a la zona Real de Nápoles: Piazza del Plebiscito, con la Basilica Reale di San Francesco di Paola, el Palazzo Reale y el Teatro San Carlo; y frente a él, el café más antiguo de Nápoles (Gran Caffe Gambrinus, Via Chiaia, 1), con una tradición tan particular como piadosa: dejar pagado un café para que un pobre que entre lo tome, el llamado “café pendiente”. 

Palacio Real

Plaza del Plebiscito con la Basilica Reale di San Francesco di Paola


Gran Caffe Gambrinus, con el tradicional "café pendiente" (2)

Seguimos por Via Vittorio Emanuele y llegamos a otro castillo impresionante: Maschio Angioino, ahora en tierra pero hace siglos rodeado por el mar:

Castillo Maschio Angioino

Hemos llegado al punto del día 1, Piazza Municipio, donde os encontraréis con un enorme techo cubriendo unas excavaciones que iban a ser una salida de metro y se suspendió por encontrarse el antiguo puerto romano:

Excavaciones puerto romano, donde iba a estar la salida de metro

Algo habitual en estas tierras y que obligó a reubicar la salida de metro varios metros. Un suburbano, por cierto, del que se enorgullecen los napolitanos con razón. En concreto la estación de Toledo, proyecto del arquitecto catalán Oscar Tusquets, una de las más impresionante del mundo y según el Daily Telegraph y la CNN la más bella de Europa. Merece un recorrido (precio de los billetes: 1 euro):

Nueva línea metro de Nápoles

No dio tiempo para más. Cena en St. James (pub a lo irlandés pero con carta también napolitana, como la parmigiana di melanzane) de nuevo en pleno centro histórico, en Piazza Bellini, punto de reencuentro de los jóvenes, repleto un jueves como era de universitarios. Dos días intensos pero a todas luces insuficientes para ver todo lo que ofrece Nápoles, los alrededores y las islas. Una excusa perfecta para volver. Porque Napoli no se visita, se vive, con sus luces y sombras, contradicciones, tradiciones, sus gentes, su gastronomía, su tesoro artístico y cultural, su pasado y la perenne y bella presencia del golfo y el volcán Vesubio.
 

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