Países bajos, resultados altos

La visita a unos amigos que viven en Bruselas me ha permitido no sólo conocer la ciudad mejor, como a mí me gusta, más allá de los circuitos turísticos, sino poder desde ahí, gracias a su privilegiada ubicación, visitar otras ciudades cercanas y de gran interés. Brujas, Gante, Maliva, Colonia, Amsterdam, París, Luxemburgo... Todo está a entre media hora y dos horas desde Bruselas en tren, por lo que es una atalaya ideal para visitar varios lugares e incluso países. Como veremos, en una semana sólo tuve tiempo para tres destinos por otro lado imprescindibles: Brujas, Amberes y Amsterdam.



Bélgica está a medio camino, como pasa con su ubicación geográfica, entre la riqueza y bienestar del norte de Europa y el más caótico e idiosincrasia del sur. Los belgas son cerrados, aunque paseando por Bruselas, como capital de Europa, lo que menos ves son belgas. De hecho, las colonias extranjeras (emigrantes y todas las nacionalidades que trabajan alrededor de las instituciones europeas) forman parte intrínseca casi más que los oriundos. Bruselas es un crisol de lenguas y costumbres de los diferentes países que conforman un mosaico donde lo belga en ocasiones parece lo anecdótico, como mero marco. De hecho, por costumbres y diferente forma de ser, el belga no parece mezclarse mucho con el resto, quedando la Bruselas internacional y la local.

Deciros que los recorridos que indico son todos caminando y adaptados para visitas de un día e incluso unas horas, por lo que faltarán supongo muchos elementos, detalles y rutas alternativas. Es sólo una iniciación básica que sea útil simplemente, no completa ni pormenorizada.

Moverse por Bruselas

La capital belga es una ciudad manejable, con buena red de transportes, puntual como un reloj suizo (cercanías, tranvía, metro, bus). No obstante puedes visitar todo el centro caminando, ya que está el Bruselas central y el gran Bruselas, el área metropolitana donde sí es necesaria la red de transportes. Salvo para ver el Atomium, los grandes puntos de interés turístico está en un área de media hora máximo andando de un punto a otro. El billete sencillo es muy caro (2,10 €) por lo que es recomendable comprar un bono de 10 viajes (unos 13 euros) que sirve tanto para bus, tranvía y metro y es válido para cualquier cambio durante una hora sin tener que gastar otro ticket. En metro casi todas estaciones tienen torno, pero en bus y tranvía no hay control de picado, aunque si un día aparecen revisores te caerá una buena multa. En todo momento puedes ver dónde se encuentra cada metro en las estaciones o bien lo que falta para llegar en el caso de tranvía y bus. Si decides alquilar coche, decir que los belgas conducen más bien de manera despistada y se parece más a circular por una ciudad italiana que por una danesa, por decirlo de alguna manera. Punto positivo: si sales fuera de la capital, todas, todas las autopistas en todo el país están iluminadas y no existen los peajes. Punto negativo: la gasolina está por las nubes (sobre 1,70 el litro) y con grandes diferencias de una gasolinera a otra. Por tanto yo descartaría coche y usaría siempre transporte público tanto en Bruselas como en el resto del país.

Itinerarios

Casco histórico: partiendo de Gare Centrale (Estación Central), situada ya en el corazón de la ciudad, nos encontramos en plena zona comercial, repleta de restaurantes y tiendas. Avanzamos por una de las calles más concurridas de Bruselas (Rue Neuve), equivalente a la calle Preciados madrileña.  Esta calle va a parar a la zona de negocios y rascacielos de la ciudad (metro De Brouchere) y la Estación Norte, pero nos interesa dar la vuelta e ir hacia el sur, la zona monumental. Al final de la Neuve y derechos a dicha zona nos encontramos con la Place Des Martyrs, que acoge el Teatre de la Monnaie. Seguimos adelante y ya sin tener si quiera que orientarse te vas encontrando con las principales atracciones turístico-monumentales de Bruselas: la Grand Place y muy cercana La Bourse, la antigua Bolsa convertida en museo. No me detendré en detalles de los monumentos, que cada cual investigue, lea y observe in situ lo que estime, es muy subjetivo. Simplemente decir que alrededor de todos ellos se encuentra el famoso Manneken-Pis (con su versión femenina en un pasaje detrás de la gran plaza), la tienda de Tintin, las chocolaterías más exclusivas  y las tabernas más antiguas de la ciudad, donde te sirven ciento de tipos de cervezas distintas, irresistible hasta para mí que no me gustan. Seguiremos por el Boulevard Maurice Lemmonier y nos topamos con la Iglesia de San Nicolás, finalizando este primer itinerario sólo dedicado al centro neurálgico monumental y comercial.

Grand Place
Zona Palacio Real-Parlamento Europeo-Parque Cincuentenario: empezamos por el Palacio Real, situado en una zona más apartada, a medio camino entre la zona monumental y la de grandes avenidas y barrios del sur. Justo frente al palacio se encuentra una momentánea atracción, un bar-mirador circular desde donde puedes contemplar toda la ciudad mientras te tomas un café o una copa. Seguimos adelante pasando por toda la fachada del palacio, acabando en la plaza que acoge diversos museos, Corte Constitucional, Museo Belga, etc. Es sin duda la zona imperial, llena de palacios, jardines, casas nobles…  Abandonamos la plaza girando a la derecha y comenzamos cuesta abajo hacia la zona monumental descrita arriba, sin pérdida porque en todo momento atisbas al fondo la torre del edificio principal de Grand Place. Os recomiendo que desde esa posición alta observéis algo que seguro como a mí os pasará desapercibido: mirad los tejados, en cualquier dirección y veréis que no hay antena alguna, ya que todo el país tiene tv por cable, eso sí, de pago. Sigamos: de camino allí, bajando, insisto, y con una vista de parte de la ciudad, alcanzamos a la derecha el curioso y modernista edificio del Museo del Instrumento y a continuación nos esperan las escalinatas que bajan hacia el Musee Royaux y sus jardines Monts des Arts. Ya abajo nos topamos, en un festival de edificios históricos, museos y jardines, con la Place Putterie y la coqueta capilla de la Magdalena. Alrededor de ella, atractivas tiendas de antigüedades, curiosidades, regalos y decoración. Giramos a la derecha y daremos sin solución de continuidad con la Catedral y su impresionante interior donde destaca el órgano y el barroco púlpito.

Musee Royaux y Monts des Arts
Tomaremos la Rue de la Loi para la segunda parte del recorrido, que se puede hacer andando aunque es un camino relativamente largo, o bien ir en metro hasta Schuman. Continuando por Loi nos encontramos con el famoso edificio de la Comisión Europea, otros edificios anexos de la Unión y cruzando la plaza Schuman accedemos ya al Parque del Cincuentenario, que alberga el Museo de Historia y el de la Armada, coronado todo ello por un arco de triunfo (Porte de Tervuren) que se veía ya durante toda la Rue de Loi. En este punto podemos coger el metro (Merode) y volver al centro. 

Por último podemos reservar una hora para visitar a las afueras de la ciudad el Atomium, el famoso edificio en forma de molécula de hierro que alberga mirador y restaurante. Para ello tendremos que coger el metro hasta la parada Heyssel, es decir, donde el famoso estadio que precede al monumento y que domina a su vez una zona de jardines y bosque idílicos.

Brujas

Estación Central comunica con prácticamente todos los destinos locales y europeos por lo que como dijimos Bruselas se convierte en la atalaya perfecta para recorrer parte del continente. Todas las ciudades de Holanda y parte de las de Reino Unido, Alemania, Francia o Suiza se encuentran a entre una y dos horas en tren de la capital belga. Nos dirigimos a Brujas, en la región de Flandes, que podemos alcanzar en media hora. Junto con Gante y Maliva es la ciudad más visitada del país por su casi intacto casco antiguo y sus melancólicos canales.

Al salir de la estación te encuentras con la de autobuses y parte de sus líneas que te dejan en el centro, pero no es necesario en absoluto. Es más recomendable cruzar andando el Koning Albert I Park y en 10 minutos te plantas en las primeras calles de interés turístico. Giramos a la derecha en dirección al centro e inmediatamente te topas con el espíritu de esta ciudad: calles tranquilas, estrechas, de bonitas casas, donde el tiempo parece haberse detenido. Pasamos por San Salvador y la Iglesia de Nuestra Señora. Enfilamos una de las calles principales (Streenstraat) y en una de las bocacalles podemos hacer una primera parada en Carpe Diem, un delicioso café-pastelería con decoración decimonónica que no podría tener mejor nombre. Retomamos Streenstraat  porque nos llevará directamente al corazón de Brujas, la plaza central o del mercado (Grote Markt). Nos metemos por Breidelstraat e inmediatamente accedemos a la otra gran atracción del lugar, la otra gran plaza, la del ayuntamiento o Burg.

Burg
Una vez visitado el centro neurálgico podemos centrarnos ya en la red canales de la ciudad, cuyo paseo nos conducirá a la Iglesia de Santa Ana y los pies de sus muros el singular Hof Arents, un marco incomparable de jardines, estatuas, puentes y casas típicas donde si estuviera nevado te parecería estar en la perfecta estampa navideña.

Como veis el centro y zona monumental se puede recorrer en poco tiempo. Podemos volver sobre nuestros pasos para regresar a la estación y desviarnos ligeramente a la derecha antes de cruzar de nuevo el Koning Park para visitar el moderno Auditorio y la plaza Zand, repleta de cafés y restaurantes y centro de encuentro para los lugareños.

Amberes

Es la capital de la zona flamenca y la ciudad más cosmopolita de Bélgica. Desde la estación central hay numerosos trenes que te dejan en Amberes en apenas una hora. Nada más bajarte te haces una idea de lo que es la ciudad. Una espectacular estación te recibe y al salir de ella, la avenida Keyserlei te muestra el valor comercial y de centro de negocios que supone esta ciudad. No hay atisbo de carteles o población francófona, te sientes plenamente en otro país, comprendiendo lo diametralmente opuesto que es el mundo franco-belga de lo flamenco. Continuamos por calles comerciales (Leystraat y Meir). En esta última debemos detenernos sin duda a la derecha cuando veamos un boulevard, porque acoge la Casa Rubbens y un poco más adelante el Theatreplein, con su moderna y funcional fachada jalonada por su enorme techo.


Catedral de Amberes


Volvemos a la calle Meir porque debemos continuar por Reynderstraat hasta llegar a Groenplaats, plaza centro neurálgico de la ciudad. Justo al lado nos encontramos con la espectacular catedral de Amberes, la más grande del país, cuya fachada da a Grote Markt, la pequeña plaza medieval que servía de mercado. Es la zona más antigua de la moderna Amberes y que prácticamente da al río Schelde, punto final del recorrido y cuyo castillo a sus orillas (Streenplein) marca la vuelta a la estación. Desde el punto de partida a ahí, como pasa en el resto de recorridos, se puede realizar andando sin problemas. La vuelta, si queremos de nuevo prescindir de metro o tranvía y aún hay fuerzas para caminar, podemos variar la vuelta y retornar por el lado izquierdo tocando barrios más modernos y comerciales. Una ciudad en definitiva llena de contrastes, bulliciosa, comercial, de negocios, repleta de edificios altos y zonas de ocio, distinta sin duda a lo común en el estado belga.

Amsterdam  

Sin duda la gran decepción del viaje. Lo que en principio parecía la estrella de las vacaciones en detrimento de Bruslelas, resultó ser lo contrario. Quizá hay que frecuentar sus coffe shops para entusiasmarse y captar las virtudes por lo que goza de tanta fama. No fue mi caso y adelanté incluso la vuelta. No obstante, no se puede decir que no merezca la pena al menos un recorrido básico, que en mi caso se tornó al final largo e intenso a pesar de mi decepción.

Si cogemos un tren medio, es decir, ni el equivalente al regional que para en muchas estaciones y que puede tardar más de dos horas ni el rápido que te deja en Amsterdam en una hora, estaremos en la capital holandesa en hora y pico aproximadamente. Saliendo de Central Station y como ocurría en Amberes, si seguimos rectos llegamos directos al meollo de lo visitable. Enfilamos pues la larga calle Damrak hacia el centro de la ciudad. Tras unos minutos caminando alcanzamos la primera parada destacable, la plaza que alberga el Monumento Nacional, el Koninklijk Palais y el Nieuwe Kerk, palacio convertido en elegante centro comercial. Retomaremos Damrak hasta Rokin, que alberga una pequeña iglesia y donde a sus pies comienza el mercado de las flores, a orillas del primer canal con el que nos encontramos (Singel Straat). A partir de aquí el agua domina el paisaje.


Canal de Amsterdam y la tarberna más antigua
Comenzamos la segunda parte de la visita que nos llevará como objetivo al Rijksmuseum. Insisto en que todo el recorrido indicado es andando y la caminata hasta allí es importante, pero de esta manera podemos visitar de una tacada los innumerables canales y alguna atracción más que veremos, si bien a mi parecer era todo bastante repetitivo y sin la belleza que esperaba comparándolo por ejemplo con otra capital con canales como Copenague. Enfilamos por tanto Behijnjof y la calle Amstel, continuamos por Wespeerstraat, Mauritskade y Stadhouderskade, cruzando diversos anillos de canales que conforman el entramado acuático central de Amsterdam. En este punto es interesante, al menos cuando hay mercado, pasar por la calle Cuypstraat, con cientos de puestos donde se vende desde ropa a pescado o abalorios. Hemos dado un rodeo pero seguimos dirección al Rijksmuseum. Avanzamos a la derecha por Stadhouderskade y alcanzamos por fin uno de los principales museos europeos, morada de entre otros la Ronda de Noche de Rembrandt: el impresionante Rijksmuseum. Pero no es el único; alrededor de él se encuentran otros tan importantes como el Museo Van Gogh o el Museo Amsterdam, rodeando todos ellos la obviamente llamada Museumplein, una enorme plaza-parque.

En este punto ya podemos enfilar en camino de vuelta dirección norte de nuevo, hacia la estación. Tomamos Hobbemastraat hacia el Vondelpark, uno de los más importantes de la capital y tomando Leidsestraat alcanzamos la plaza Leidse, zona comercial, de cafés y que alberga el casino. Seguiremos por la misma calle y nos conducirá directamente al punto de partida, la zona de Rokin anteriormente descrita. Desde aquí podríamos volver por Damrak hacia la estación, pero el lector se habrá percatado que falta algo, el famoso Barrio Rojo, sede digamos también de la zona china. Pues nos pilla de vuelta, así que como parece que no has estado en Amsterdam sin visitarlo podemos rodear ligeramente, cruzar el puente inmediatamente posterior a la pequeña iglesia de Rokin y adentrarnos en este barrio, repleto de negocios chinos, pubs, coffe shops, cierta sensación de inseguridad y las famosas calles con los escaparates donde se muestran las prostitutas, entre turistas curiosos, oriundos del barrio y grupos de amigos entre risas y cervezas. Sólo nos quedará continuar hacia arriba y alcanzamos al fin la estación central.

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