Responsabilidad y excusas
Mis años en un colegio religioso me dejó innumerables malos recuerdos y experiencias pero también muchas enseñanzas para la vida y una inútil pero agradable cultura general. Pero sin duda la lección o frase que se me quedó más grabada a fuego fue la de un profesor de EGB que siempre nos repetía lo mismo ante el deporte favorito que practicábamos cuando nos tocaba hablar con el profe de turno, la excusa. La frase era muy simple: "Es que..., excusas", precedido normalmente de un "Sr. Esteban". Pues eso.
El caso Bárcenas y el accidente ferroviario de Santiago están copando la actualidad. Dos hechos que van ligados al concepto de responsabilidad. La responsabilidad es la ausencia total de excusas y la excusa es el arma por antonomasia para eludirla, junto con la huida. Los hechos suelen tener uno o varios responsables y en ocasiones o en parte todos. Lo difícil es, y más en este país, que ese uno, varios o todos reconozcamos nuestra responsabilidad y menos aún que sepamos el porcentaje que tiene cada parte en ella.
Vivimos en la tesitura continua de toma de decisiones, desde la más nimia hasta las más trascendental. Solemos hacerlo de manera cerebral o intuitiva, tropezamos una y otra vez en la misma piedra o bien eludimos de manera sistemática determinado posible problema. El libre albedrío nos confiere una total libertad teórica para tomar decisiones y elegir tu camino, pero en realidad estamos continuamente atados por los condicionantes sociales y psicológicos propios: familia, amigos, estatus, salud, economía, traumas, intuiciones, manías...
La primera pregunta que nos hacemos ante hechos como el del caso Bárcenas o el accidente del Alvia es: ¿quién es el principal responsable? Es la cuestión estrella de la discusión en tertulias o a pie de calle. El ser humano tiende siempre a buscar un único culpable (reflejado en una persona o colectivo concreto) y/o eludir la total o parcial responsabilidad. Si en caso del PP hay muchos responsables (quizá en mayor o menor medida todos), en el del siniestro de Santiago hay un único directo. Pero el ser humano es tan curioso que contrariamente a la lógica busca un único en el primer caso y varios en el segundo. Y es que tendemos a dispersar la responsabilidad por razones incluso ideológicas o de compasión, pero la lógica se impone, al margen de que puedas usar la presunción de inocencia o la buena fe en el primer caso y la piedad en el segundo.
La realidad es que si un tesorero de un partido ha acumulado una fortuna escandalosa en Suiza y era el responsable de una trama de financiación ilegal, fraude fiscal, dinero B y mamoneo de adjudicaciones es porque el sistema, nosotros, también lo hemos querido; que la punta del iceberg de chorizos y gentuza se sostiene en una pirámide donde escalonadamente todos somos responsables por acción u omisión, por aceptar o mirar para otro lado.
La realidad es que si el conductor hubiera estado atento y hubiera puesto el tren, como siempre se hacía, a los 80 km/h estipulados para ese tramo, las 79 personas fallecidas estarían vivas, en sus vacaciones o en sus casas, amando, riendo y haciendo planes. Sólo tenía que hacer eso y no se hizo. Su carga será brutal pero vivirá. Las balizas o cualquier otro sistema automático también lo hubieran evitado, cierto, pero nos rasgamos las vestiduras ante decisiones políticas o técnicas en las que ni siquiera reparamos porque sabemos en el fondo que el responsable último es quien conduce y en cambio no salimos a las calles ante una situación como la que vivimos de total degeneración política, social y económica. Criticamos un caso y nos apiadamos de otro porque es más cómodo para nuestras vidas, nos hace aparentemente más humanos, más políticamente correctos. El al pan pan y al vino vino no se estila ya. Es más fácil eso que informarse en profundidad antes de hablar de los sistemas de seguridad ferroviarios (¿alguien sabía o se preocupó de saber antes del accidente de cómo funciona todo eso? Supongo que sólo ingenieros o frikis. Por cierto, España es el país con más kilómetros con el sistema europeo de gestión del tráfico ferroviario, más conocido por sus siglas ERTMS (European Rail Traffic Management System), 1.800 km. concretamente).
La sociedad actual nos ha hecho laxos, cuando no inmunes, a la responsabilidad. Queremos que el Estado nos lo dé todo y le exigimos, antes que nos ayude, que cambie desde sus cimientos, porque como buenos seres humanos buscamos sin darnos cuenta nuestro beneficio antes que el general, por mucho que nos indignemos de cara a la galería. Nos apiadamos del conductor porque nos reflejamos en él, podríamos ser él. Destrozamos a quien tiene millones de euros en Suiza porque jamás podríamos ser él y porque en el fondo sabemos que toda esa maraña de porquería y de gentuza como Bárcenas es fruto del sistema del que no hay huevos para salir. Porque es más cómodo sentarse y despellejar como hacen los tertulianos (que también criticamos pero seguimos) que salen en la caja tonta a ese sinvergüenza y luego un día levantarse del sofá e ir a votar sin más, que cambiarlo todo desde la raíz; porque es más cómodo exigir que todo sea automático para no tener responsabilidad alguna y poder ser despistado o ineficaz. Si lo automatizan nos quejaremos de que todo se ha deshumanizado y ello conllevará que un día no hagan falta conductores, mano humana. Es más cómodo que nuestras vidas y ese tren vayan sobre raíles con continuas balizas que eludan cualquier decisión trascendente o acción necesaria.
Cada día que bajamos el cuerpo de la cama y pisamos el suelo comenzamos un día en el que suele primar la queja y la excusa, yo el primero. Echamos la culpa al vecino, al amigo, a esa pareja que no te hace caso o te agobia, al presidente de tu comunidad o del gobierno, a tu jefe, al mundo o a tu mala suerte, pero nunca o casi nunca a nosotros mismos o al menos nos paramos a pensar y analizar causas y consecuencias, a tirar del hilo de los acontecimientos. Quizá la mejor lección es imaginarse pensar cómo se habría actuado ante un caso Bárcenas en Dinamarca o un accidente de tren similar en Japón. El problema es que es difícil imaginarlo porque simplemente no ocurrirá, y no porque los responsables sean mejores, sino porque son el reflejo de la población que les elige, les exige, les nombra o les forma.
Sí, lo sé, ahora diréis que es demagogia, ventajismo, dureza, exageración, etc., etc. ¿Véis? Excusas.
El caso Bárcenas y el accidente ferroviario de Santiago están copando la actualidad. Dos hechos que van ligados al concepto de responsabilidad. La responsabilidad es la ausencia total de excusas y la excusa es el arma por antonomasia para eludirla, junto con la huida. Los hechos suelen tener uno o varios responsables y en ocasiones o en parte todos. Lo difícil es, y más en este país, que ese uno, varios o todos reconozcamos nuestra responsabilidad y menos aún que sepamos el porcentaje que tiene cada parte en ella.
Vivimos en la tesitura continua de toma de decisiones, desde la más nimia hasta las más trascendental. Solemos hacerlo de manera cerebral o intuitiva, tropezamos una y otra vez en la misma piedra o bien eludimos de manera sistemática determinado posible problema. El libre albedrío nos confiere una total libertad teórica para tomar decisiones y elegir tu camino, pero en realidad estamos continuamente atados por los condicionantes sociales y psicológicos propios: familia, amigos, estatus, salud, economía, traumas, intuiciones, manías...
La primera pregunta que nos hacemos ante hechos como el del caso Bárcenas o el accidente del Alvia es: ¿quién es el principal responsable? Es la cuestión estrella de la discusión en tertulias o a pie de calle. El ser humano tiende siempre a buscar un único culpable (reflejado en una persona o colectivo concreto) y/o eludir la total o parcial responsabilidad. Si en caso del PP hay muchos responsables (quizá en mayor o menor medida todos), en el del siniestro de Santiago hay un único directo. Pero el ser humano es tan curioso que contrariamente a la lógica busca un único en el primer caso y varios en el segundo. Y es que tendemos a dispersar la responsabilidad por razones incluso ideológicas o de compasión, pero la lógica se impone, al margen de que puedas usar la presunción de inocencia o la buena fe en el primer caso y la piedad en el segundo.
La realidad es que si un tesorero de un partido ha acumulado una fortuna escandalosa en Suiza y era el responsable de una trama de financiación ilegal, fraude fiscal, dinero B y mamoneo de adjudicaciones es porque el sistema, nosotros, también lo hemos querido; que la punta del iceberg de chorizos y gentuza se sostiene en una pirámide donde escalonadamente todos somos responsables por acción u omisión, por aceptar o mirar para otro lado.
La realidad es que si el conductor hubiera estado atento y hubiera puesto el tren, como siempre se hacía, a los 80 km/h estipulados para ese tramo, las 79 personas fallecidas estarían vivas, en sus vacaciones o en sus casas, amando, riendo y haciendo planes. Sólo tenía que hacer eso y no se hizo. Su carga será brutal pero vivirá. Las balizas o cualquier otro sistema automático también lo hubieran evitado, cierto, pero nos rasgamos las vestiduras ante decisiones políticas o técnicas en las que ni siquiera reparamos porque sabemos en el fondo que el responsable último es quien conduce y en cambio no salimos a las calles ante una situación como la que vivimos de total degeneración política, social y económica. Criticamos un caso y nos apiadamos de otro porque es más cómodo para nuestras vidas, nos hace aparentemente más humanos, más políticamente correctos. El al pan pan y al vino vino no se estila ya. Es más fácil eso que informarse en profundidad antes de hablar de los sistemas de seguridad ferroviarios (¿alguien sabía o se preocupó de saber antes del accidente de cómo funciona todo eso? Supongo que sólo ingenieros o frikis. Por cierto, España es el país con más kilómetros con el sistema europeo de gestión del tráfico ferroviario, más conocido por sus siglas ERTMS (European Rail Traffic Management System), 1.800 km. concretamente).
La sociedad actual nos ha hecho laxos, cuando no inmunes, a la responsabilidad. Queremos que el Estado nos lo dé todo y le exigimos, antes que nos ayude, que cambie desde sus cimientos, porque como buenos seres humanos buscamos sin darnos cuenta nuestro beneficio antes que el general, por mucho que nos indignemos de cara a la galería. Nos apiadamos del conductor porque nos reflejamos en él, podríamos ser él. Destrozamos a quien tiene millones de euros en Suiza porque jamás podríamos ser él y porque en el fondo sabemos que toda esa maraña de porquería y de gentuza como Bárcenas es fruto del sistema del que no hay huevos para salir. Porque es más cómodo sentarse y despellejar como hacen los tertulianos (que también criticamos pero seguimos) que salen en la caja tonta a ese sinvergüenza y luego un día levantarse del sofá e ir a votar sin más, que cambiarlo todo desde la raíz; porque es más cómodo exigir que todo sea automático para no tener responsabilidad alguna y poder ser despistado o ineficaz. Si lo automatizan nos quejaremos de que todo se ha deshumanizado y ello conllevará que un día no hagan falta conductores, mano humana. Es más cómodo que nuestras vidas y ese tren vayan sobre raíles con continuas balizas que eludan cualquier decisión trascendente o acción necesaria.
Cada día que bajamos el cuerpo de la cama y pisamos el suelo comenzamos un día en el que suele primar la queja y la excusa, yo el primero. Echamos la culpa al vecino, al amigo, a esa pareja que no te hace caso o te agobia, al presidente de tu comunidad o del gobierno, a tu jefe, al mundo o a tu mala suerte, pero nunca o casi nunca a nosotros mismos o al menos nos paramos a pensar y analizar causas y consecuencias, a tirar del hilo de los acontecimientos. Quizá la mejor lección es imaginarse pensar cómo se habría actuado ante un caso Bárcenas en Dinamarca o un accidente de tren similar en Japón. El problema es que es difícil imaginarlo porque simplemente no ocurrirá, y no porque los responsables sean mejores, sino porque son el reflejo de la población que les elige, les exige, les nombra o les forma.
Sí, lo sé, ahora diréis que es demagogia, ventajismo, dureza, exageración, etc., etc. ¿Véis? Excusas.