Desde dentro

Siempre pienso sobre qué voy a escribir en este blog. En esta ocasión he mirado el espacio en blanco y he empezado a hacerlo. La vida es aquello que te pasa mientras te empeñas en hacer planes. En los momentos duros que te toca vivir es cuando te das cuenta de lo verdaderamente importante en la vida, aunque suene a cliché. 

Hoy no voy a hablar de crisis, ni de tecnologías de futuro, ni de economía, ni de formas de mejorar el sistema. Simplemente porque a veces y en el fondo dan igual, porque el ser humano es como es y no se puede hacer nada por cambiarlo salvo vivir bien tu vida y hacerla llevadera a los que te rodean, a tus seres queridos. 

Nos preocupamos -y yo el primero- de primas de riesgo, de lo mal que está la cosa, de divertirnos en tal o cual sitio, de condenar, apoyar o ignorar tal o cual situación. Nos creemos en cierto modo inmortales y pensamos que cualquier tiempo pasado fue peor. 

A veces, sólo en los momentos duros, si -quizá- nos damos cuenta de que los números en una pantalla, la apariencia o lo material importan un carajo cuando tengas que rendir cuentas o hacer balance. Que nada de eso pasará ante ti ni nada de eso ocupará tu anciana mente cuando tengas todo el tiempo del mundo para rememorar lo bonito o asqueroso de la vida. 

Mañana, pasado, en una semana, un mes o un año volveré a sentirme bien de nuevo, volveré a preocuparme de una apariencia, una fiesta, unos números en una pantalla o una noticia sobre la crisis que hay y que se nos viene aún. Pero echaré la vista atrás, pensaré en lo que éramos y nuestros padres eran, en lo que nos dieron y cómo vivían, con sus virtudes y miserias, y me/nos tendremos que callar la boca y afrontar las pequeñas cosas que dan sentido a nuestra vida y los lazos familiares, de amor o de amistad que te hacen partícipe de algo que es indefinible. 

Volveré a ser cínico, quejica, bufón o denunciador, pero sabré o debería saber lo que importa y luchar por ello.

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