Una esperanza llamada Wikileaks
Esta semana se reunieron en Caixa Fórum Madrid varios periodistas para hablar del fenómeno Wikileaks. Entre ellos estaba Javier Moreno, director de El País, el único rotativo español que posee la exclusividad de los documentos filtrados a la web fundada por Julian Assange; los otros afortunados medios son The Guardian (Reino Unido), New York Times (Estados Unidos), Le Monde (Francia) y Der Spiegel (Alemania).
El evento reflejó perfectamente la situación creada y los diferentes posicionamientos y actitudes. Un debate que prometía ser un máster en periodismo comprometido y comprometedor acabó siendo un ejercicio de autobombo, displicencia y cautela. Los periodistas congregados hicieron de políticos y el público asistente de periodistas más que vehementes. Tanto que algunas de las punzantes preguntas quedaron sin respuesta ante la pasividad de los ponentes.
No obstante sí reconocieron que Assange ha revolucionado el panorama informativo, con toda la carga de responsabilidad que ello conlleva. Reconocieron incluso que "es una vergüenza para la prensa que Wikileaks desde su fundación en 2006 haya sacado a la luz más exclusivas que todos los medios juntos en los últimos treinta años". Es más, reconocieron también que el periodismo debe de volver a ser "menos negocio y más servicio público". Bellas palabras que a lo largo de la charla se las llevó el viento.
Nos enteramos para empezar que El País, al igual que Le Monde, no fueron elegidos en principio para la gloria. Javier Moreno admitió que fueron ellos los que buscaron a Wikileaks y que tras unas conversaciones llegaron al acuerdo de fijar una agenda de publicación de parte de los 250.000 documentos que componen los Papeles del Departamento de Estado. Ha sido la última filtración de una sociedad que acumula ya 1,2 millones de documentos comprometedores, desde un manual de procedimiento militar de la base de Guantámo hasta fotos y correos personales de Sarah Palin. Sus fuentes: al parecer mayoritariamente funcionarios, militares y empleados.
Pero esto no es nuevo en realidad. Wikileaks lleva dando guerra desde 2007. Los Papeles del Departamento de Estado es el último pero más mediático misil a la línea de flotación diplomática y política. Su objetivo y misión son claros: todos los secretos, a todo el mundo.
Con todos estos antecedentes es hasta cierto punto lógico el revuelo provocado y la ilusión generada, máxime en estos tiempos convulsos y de cambio. Para muchos era la "revelación" esperada y Julian Assange el mesías largo tiempo anhelado. En parte se respiraba ese ambiente en Caixa Fórum y las incisivas preguntas lanzadas por alguno de los asistentes no hicieron sino confirmar esa impresión. La gente ve en este renacimiento del periodismo de investigación una vasta trinchera desde donde lanzar una ofensiva que pocos en realidad sabrían por qué, cómo y dónde iniciarla. Somos hijos de una época acomodada y protagonistas de otra diametralmente opuesta. Queremos cambios pero desde nuestro sofá y con una buena conexión de ADSL. ¿Será Julian Assange el camino o sólo un punto de partida a seguir? El tiempo lo dirá.
Mientras tanto a un lado unos medios de comunicación y unos periodistas contentos pero cautos, señal muy elocuente de la fe en las ventas y de la incertidumbre en las consecuencias. Tanto que el director de El País llegó a afirmar que en toda esa maraña de documentos oficiales y secretos no íbamos a encontrar grandes pelotazos informativos y que de hecho lo más significativo ya había sido publicado. Al otro lado los gobiernos y grandes corporaciones esperando que pase esta tormenta y la opinión pública esperando todo lo contrario. ¿Hacia qué lado basculará la prensa? Su "nadar y guardar la ropa" e incluso sus atronadores silencios durante el turno de preguntas me hace sospechar...
La crisis económica sistémica que padecemos necesita proyectos como Wikileaks y personas como Julian Assange o quizá sean sólo fruto de la propia crisis. No lo creo. El propio Assange ha reconocido que el objetivo final de esta cruzada no es en sí la revelación de secretos sino conseguir a largo plazo "un cambio radical y generalizado en la sociedad". A través de esta transparencia informativa pretende trasformarlo todo desde arriba. El secretismo es la base de la dominación y la corrupción, convirtiéndose en el buque insignia de la acción política (en Estados Unidos se generan diariamente veinte millones de documentos secretos, como señaló uno de los contertulios). Los intereses geoestratégicos, energéticos y económicos sientan a la mesa a los gobiernos y corporaciones más poderosos. El banquete es diario.
Las cartas están sobre la mesa. La partida ya ha empezado y son varios los jugadores. Estamos en el principio y no sabemos aún quién tiene las mejores cartas o si hay ases guardados en la manga. Por ahora Assange ha podido superar el momento crítico de su encarcelamiento, ha conseguido zafarse de una melé creada sin disimulo para cercenar el alma de Wikileaks y desviar la atención. Un clásico. Una jugada tantas veces vista, con cartas simples pero eficaces. El poder no tiene imaginación porque no le hace falta, tienen el poder. Ahora está por ver si Julian Assange, sus colaboradores, donantes y simpatizantes (algunos de ellos artífices directos de su liberación con el pago de la fianza) tienen la capacidad e intención de continuar con el órdago.
Las premisas son alentadoras, no ya para seguir disfrutando de ese periodismo cada vez más en desuso y que seguirá alimentando en los próximos meses más o menos sesudos debates. Lo que falta ahora es una implicación social: los documentos están ahí, tú eliges si los lees mascados o te conviertes en uno más de los periodistas que están desgranando cada documento, sacas tus conclusiones, te quitas el polvo acumulado y te unes a en mi opinión el tan necesario objetivo de cambiar radicalmente la sociedad como pretende Assange.
Con sus luces y sus sombras el alma mater de Wikileaks se ha postulado como el primero que da un golpe en la mesa de la crisis y muestra una forma de acción para alcanzar un fin; alguien que propone algo dando las bases, proporcionando material e indicando un camino a seguir; alguien que está sacando partido de una nueva forma de rebeldía, hecha de unos y ceros, que nos está invitando a usar la revolución tecnológica que estamos viviendo para hacer algo útil, para volver a la senda del compromiso y evitar la paulatina narcotización social. Veremos si el medio cibernético es ese gran aliado o se convierte con el tiempo en tormenta que haga naufragar el proyecto. Puede ser la llave que abra el resto de puertas o la maza que las tire abajo. El factor tiempo y el factor humano dirá. La conferencia de Caixa Fórum decepcionó y la decepción es una de las semillas de la acción.
Mientras, los que sí están haciendo su trabajo son los servidores operando desde un búnker antinuclear de Estocolmo. La verdad saliendo a la superficie. Da para muchas metáforas y literatura, para muchos titulares y curiosidades. Espero fervientemente que no quede todo en eso. Espero que la pluma gane a la espada.